percibir de tu voz la melodía.
Me inspiró tu dulzura la alegría
que sentí ya perdida y hoy revivo.
Pienso ser superior, cual fuese un divo;
satisfecho y tenaz, con energía.
Lo causó el escucharte, ¡vida mía!
Con fulgor por eso sólo escribo.
Tener pluma quisiera más brillante
y poderte decir lo que mereces,
mas sospecho que no fuera bastante
pues muy pobre la encuentro muchas veces.
¿Lograré con mis versos ser tu amante?
Devolverte el favor, juro, con creces.
Elevaré mis preces
con fervor a la suerte, a la esperanza,
entonando ardoroso una romanza.
Y ya sé cuál será: Mi preferida.
La que dice: “Tus ojos en los míos”.
Palabras que, diciendo, nuevos bríos
infundirle sabré a mi anciana vida.
Es mi voz ya cascada, envejecida…
Ya no somos los dos ningunos críos,
mas mi amor apagar puede tus fríos
si las penas de ayer tu pecho olvida.
El pasado pasó, queda el futuro.
A saber qué el Destino nos depara.
Pero puedo decir que, lo aseguro,
es cuestión de querer pues cosa es rara
no consiga saltar el alto muro
que de ti, cielo mío, me separa.
Ver quisiera en tu cara
relucir una mágica sonrisa.
No vaciles y di que sí deprisa.