El final es cercano de mis días.
Acabé de soñar mis fantasías
y la luz en mi mente luce escasa.
Todo viene y se va, pronto en mi casa
otras gentes reirán sus alegrías.
Se pasó ya el momento de las mías,
la tristeza e mi pecho es quien me abrasa.
Se acabó de mis sueños el contento,
de vivir no me quedan ya razones.
Duermo, escribo, me aburro, me alimento,
pero ya no me quedan ilusiones.
Se aproxima, por tanto, mi momento
sin lograr de la gloria los blasones.
El haber sido siempre un tarambana
es la causa de toda mi tristeza.
No senté cuando pude la cabeza,
ni jamás sopesé qué hacer mañana.
Me porté como tuve siempre en gana,
me dejé dominar por la pereza
y los años pasaron con presteza,
mas seguí sumergido en mi galbana.
Mi vejez sobrevino de repente,
a su fin arribó mi primavera.
Ya me llama “señor” toda la gente
y me ceden el paso por la acera.
Pronto está ya mi fin, seguramente,
sin lograr escribir cuanto quisiera.