parece que he perdido la partida.
Consuelo debo hallar, porque en la vida
quien supo dar ayer es hoy quien toma.
De fijo me royeron la carcoma
del tiempo y la ansiedad y el alma herida
se encuentra a mi pesar, porque no olvida
el mal que hiciera ayer que hoy me desploma.
¿Se acerca mi final? Seguramente,
pues gana de vivir poca me queda.
Mas sé que todavía hay en mi mente
poemas por forjar. Mientras no ceda
a luz deberé dar ese torrente,
al mundo han de nacer en tanto pueda.
Después, lo que suceda
no importa demasiado, amigos míos.
También van a morir al mar los ríos.
Y un río debí ser muy caudaloso,
pues muchos alumbró mi pensamiento;
jamás pude olvidar, no lo lamento,
aquello que en mi vida encontré hermoso.
Canté con buen versar cuanto gracioso
hallé en este vivir, con dulce acento.
Mas, puedo asegurar que no les miento,
luchar poco luché por ser famoso.
Mas sí me divertí. Nunca al olvido
eché tantas y tantas aventuras.
Al recordarlas hoy tan sólo pido
que Dios no tome a mal tantas locuras.
Enorme pecador tampoco he sido,
sí acaso pude hacer mil travesuras.
Por más que, si me apuras,
amigo que leyendo estás mis versos,
pecados cometí mas no perversos.
Es éste el testamento dirigido
a aquellos que quisieran sucederme:
Que nunca su magín se les amuerme
y piensen que vivir es divertido.
Podrán, así, algún día que han vivido
contar como les cuento si no duerme
jamás su voluntad, porque si inerme
te pilla este momento estás perdido.
Yo tengo ya cumplida mi tarea,
que igual puedan decir ellos tal cosa.
Es eso lo mejor que les desea
aquél que al borde está ya de la fosa.
Procuren no bailar con la más fea,
mejor es elegir la más hermosa.
En versos o en vil prosa
escrito debe estar ya su Destino.
¡Que escojan con prudencia su camino!
