UN ANGEL EN EL TREN.

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Olga San Isidro
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UN ANGEL EN EL TREN.

Mensaje por Olga San Isidro »

Nunca imagine que con cuarenta años, fuese capaz a sentirme como una niña, que volviera intacta a mi, esa capacidad de asombro y de ilusión que hace ya mucho tiempo creí perdida, hoy por primera vez en mi vida, voy a subir a un tren, para hacer un largo viaje, el primero.

Se que suena raro, pero jamás monte en un tren, ni tan siquiera visite el museo del ferrocarril de mi ciudad, no se porque, pero así fue.

Y hoy me encuentro inquieta y excitada en el anden de la estación, esperando, mirando todo con ojos de niña, queriendo memorizar cada cosa que pasa a mi alrededor,

Miro a la gente con sus maletas y con sus prisas, las luces de neon que indicaban cada uno de los departamentos de la estación, las vías del tren, todo, absolutamente todo es nuevo para mi.

La vorágine a mi alrededor, tiene el poder de hacer que mi asombro se convierta en nerviosismo, mi calma en agitación, mi tranquilidad en el lógico miedo que todos parecen sentir, cuando no encuentran su vagón, e instintivamente busco con los ojos el mió.

Instalada ya en mi compartimiento, compruebo que mis cosas se hayan junto a mi, el libro que antes me había comprado, mi neceser, mi bolso de mano y mis gafas, hecho esto, sencillamente me senté y deje mis ojos vagar sobre la gente que se movía rápidamente por la estación.

Contrariamente a esta vorágine, este iba a ser un largo y lento viaje, un verdadero viaje de placer, sin prisas, sin agitaciones, tan solo el deslizarse del paisaje a través de las ventanillas, darían movimiento al día.


Necesitaba, por una vez en la vida, poder hacer aquello con lo que siempre soñé, pero hacerlo dulcemente, despacio, a mi aire, un gran viaje en tren, no en uno moderno, sino uno que trajera a mi mente todas aquellas vivencias que describían mis libros sobre viajes, aquellas que se metieron en mi alma cuando los leía, quería rememorar esas dulces sensaciones que se despertaban en mi cada vez que pasaba cada pagina, cada vez que leía una línea.

Y por fin lo conseguí.

Tras mucho mirar y preguntar, me decante por este tren y su desconocido trayecto, esperaba poder disfrutar cada uno de los días que pasara a bordo de el.

Me saco de mi ensoñación, el lento movimiento con el cual se puso en marcha, poquito a poco fuimos dejando atrás la gente, la estación, y al cabo de unos minutos la propia ciudad, y de nuevo volví a mecerme en mis propios sueños.

No se cuanto tiempo estuve inmersa en mis pensamientos, pues ni tan siquiera llevaba reloj, quizás dos o tres horas, no lo se, pero de repente tuve la necesidad de salir de mi compartimiento y echarle un vistazo al interior del tren.

Después de ducharme y ponerme un cómodo pantalón y una rebeca, me deslice suavemente por el pasillo, dirigiendo mis pasos hacia el vagón restaurante, donde podría quizás tomar un tentempié.

Al llegar vi., que tan solo dos personas habían tenido la misma idea que yo, sentado en una pequeña se encontraba un joven, quizás un artista, pues por su aspecto, me recordó a un pintor concentrado en una visión que tan solo el fuera capaz a ver, a su izquierda, en otra pequeña mesa, otro joven, este mas anodino, se entretenía leyendo un periódico.
Una voz, me saco de mis pensamientos:


-¿Prefiere la señora, sentarse en una mesa o acomodarse en la barra?
Un camarero ya entrado en años, asía suavemente mi brazo, esperando una contestación.
-Una mesa, por favor.

Me dirigió hacia una pequeña y coqueta mesa situada al lado de la ultima ventanilla, desde la cual tenia una amplia visión del vagón.

Cuando ya estaba servida, mi vista se fijo en el muchacho que parecía un pintor, tenia algo que llamaba poderosamente mi atención, no se lo que era, pero algo me decía que este seria un inquietante, pero a la vez sugerente viaje.

Tenia un abundante y largo pelo gris ceniza, formando una cola que no era acorde con la edad que aparentaba, era esto quizás lo que mas destacaba en su figura sentada, no podía ver sus ojos, pero sus manos con suaves gestos, parecían acariciar los rayos de sol que entraban por la ventanilla formando ligeras líneas en el aire; pantalón negro y camisa a cuadros, blancos y verdes, ¿o quizás azules? Mocasines también negros y un jersey blanco apoyado en el respaldo de la silla.

No mas levante la mirada, cuando alguien a mi lado me dio las buenas tardes, era una mujer de quizás setenta o setenta y cinco años, quien se sentó en la mesa a la izquierda de la mía.
-Buenas tardes- le conteste.
-Me llamo Alicia Santiesteban, y espero que este sea un buen viaje, esta es ya la cuarta vez que lo realizo, y cada vez me hechiza más, ¿y usted?
Me llamo Ariadna- le conteste- y es mi primer viaje y espero disfrutarlo enormemente.
-Bien querida amiga, espero que así sea, pero cuídese, no espere más de lo que el trayecto le depare- me dijo con una ligera sonrisa en sus labios.
Después se enfrasco en la lectura de una revista que traía con ella.

Suavemente me levante con la intención de dar un pequeño paseo por el tren, al pasar junto a mi pintor-¿porque pensaría eso?- sus ojos se cruzaron con los míos, y no se que fue que paso, pero toda la piel de mi cuerpo se erizo, un aire gélido cruzo por mi, dejándome confusa, y me aleje a grandes pasos.

¿Qué pensaría de mí? De repente se me quitaron la ganas del paseo, tan solo deseaba llegar a mi compartimiento y encerrarme dentro, sentía miedo, algo me decía que me alejara de el.

El suave traqueteo del tren hizo que durmiera como una niña, cuando me levante a la mañana siguiente, mi animo se encontraba plenamente feliz, ya preparada, fui a desayunar, y cual no seria mi sorpresa cuando entre en el vagón-restaurante, y vi. Que mi pintor, ya estaba en el mismo lugar que ayer, con la misma ropa, y haciendo los mismos gestos con las manos.

Pasando a su lado le di los buenos días, y tan solo un leve movimiento de sus ojos, me demostraron que me había oído, esta vez no hubo ni gélidas corrientes, ni malas sensaciones, al revés, una ligera y dulce sensación me recorrió de arriba abajo.

Ya desayunando, la señora Santiesteban llego y volvió a sentarse a mi lado,
-Buenos días, Ariadna, ¿que tal durmió?
-Buenos días, bien, hacia muchos años que no me levantaba con esta sensación de bienestar.
-No se preocupe amiga mía, así será el resto de los días- y dichas estas palabras, se puso a desayunar.

Volví mi mirada hacia la ventanilla, y mis ojos se asombraron al contemplar el paisaje, no era normal, no era natural, abriendo del todo la cortinilla, tuve una visión más amplia de todo aquello.



Hasta donde alcanzaba la vista, todo eran rosas, rosas de todos los colores, rojas como la sangre, blancas, anaranjadas, ocres, ¡increíble! Un inmenso campo totalmente florecido, me levante y fui hasta la ventanilla contraria, y allí: buganvillas, lirios, jazmines, cerré los ojos y los volví a abrir, no dando crédito a todo aquello que veía, estaba completamente paralizada, preguntándome como era posible tal maravilla.

De repente, un sonido a mis espaldas me hizo volverme, era mi pintor, detrás de mi, su cara exhibía una sonrisa dulce, mirándome como se mira a un recién nacido.

Cuando alzo su mano con ademán de acariciar mi cara, y traspaso mi piel, creí desmayarme, pero sus palabras me dejaron totalmente anonadada:

-Ariadna, este es para ti un viaje de ida, sin vuelta, no serás como Alicia, que ya lo recorrió cuatro veces, para ti será el único, por ello ves lo que ves, por ello sientes en tu corazón, asombro, emoción, tantas y tantas sensaciones, no intentes comprenderlo, aun no podrás.

-Pero, ¿Quién eres, que tren es este?- pregunte sin poder moverme,
-Que importa quien soy, para ti soy un pintor, para otros seré, un poeta, un cómico, un actor o cualquier otra persona, hace ya cuarenta años que te acompaño, y vivo contigo cada momento de la vida, cada ilusión y desilusión que tuviste, yo estaba contigo, cada momento de felicidad y de sufrimiento yo estaba a tu lado, y hoy me toca estar aquí y explicarte…. Que este tren, este tren va hacia el mas allá, hasta tu ultima parada.
-Pero…..- no pude articular palabra, mi mente se lleno del aroma de las rosas, del sonido del suave aire meciendo los jazmines, de la dulce sensación que esa mano imprimió a todo mi cuerpo, y me deje ir……

Antonia Pérez Garcí­a
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A OLGA SAN ISIDRO

Mensaje por Antonia Pérez Garcí­a »

¡Hola Olguita preciosa!...me ha encantado esta lectura encaja perfecta en
narrativa ,es pura narrativa , tienes arte. muy buena!!!.
Un beso de Antonia
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !

http://webs.ono.com/antoniapgc

Olga San Isidro
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Mensaje por Olga San Isidro »

Querida Antonia, nada mas leer tu contestación, me di cuenta de que lo habia metido en prosa, cuando mi intención era la de narrativa.
Disculpa mi error, de todas maneras gracias por tu buena opinión.
Un beso muy grande para ti.

A. Elisa Lattke V.
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Re: UN ANGEL EN EL TREN.

Mensaje por A. Elisa Lattke V. »

[quote="Olga San Isidro"] Olga, te felicito, es una narración preciosa, has hecho de un viaje así­ un verdadero ensueño...

¿Te dije que alguna vez yo fui ese ángel y tú no eras tú y sí­ la anciana de la revista?

:D Te das cuenta cómo podrían cambiar las cosas, cuando se nos pueden ocurrir infinitas variaciones de interminables aromas en ese maravilloso viaje que nos regalas.Esta es la magia que nos invade cuando rellenamos renglones. Muy bueno.

Besos. Elisa
*Tengo sed... y filtro mis palabras para bebérmelas en silencio.(AlattkeVa)

Miembro de CiÑE (Círculo independiente Ñ de escritores, http://www.circuloindependiente.net)

Olga San Isidro
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Mensaje por Olga San Isidro »

¡Vaya! no supe ver que tú, eras mi ángel.
Gracias amiga, gracias por tus palabras.
Un beso,
No hay nada mejor, para curar un alma herida,
Que un dulce poema y una mano amiga.

http://unpoema-unavida.blogspot.com

Victoria Tellez
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Mensaje por Victoria Tellez »

Una bellisima historia,me deleite con tu prosa y de verdad que es una sensacion
hermosa en viajar en tren, feliz atardecer, con cariño tu amiga Victoria.

Te invito a leer a nuestros amigos para que este foro luzca su fina poesia y nos conozcamos mas gracias.

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