HISTORIA DE CASIMIRO, VEONADA Y POCOYO.

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ERNESTO WÜRTH
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HISTORIA DE CASIMIRO, VEONADA Y POCOYO.

Mensaje por ERNESTO WÜRTH »



primer capitulo



HISTORIA DE CASIMIRO VEONADA Y POCOYÓ.


Habia una vez, un pequeño niño llamado Casimiro. Era hijo del herrero del pueblo, Miroslav Ilic, nieto de yugoslavos, quien estaba casado con Casiopea, una humilde mujer, típica campesina del Sur de Chile. Era un matrimonio muy pobre pero vivían holgadamente con el trabajo de Miroslav. Gente corriente de clase emergente, de pobres a clase media, preocupados de sus hijos, a quienes les entregaban toda su dulzura y una educación bastante sólida.

Vivían en un pequeño pueblo, donde aún los caballos son el medio del transporte. Y la fragua del herrero es quien calienta los aceros que servirán a esos caballos sus herraduras, para que pisen suelos arenosos y pedregosos con holgura y sin sufrir.

En el pueblo aun no hay luz eléctrica, no hay televisión pero si algunas radios a pilas, que tocan músicas suaves y se escuchan los avisos de productos, que son ofrecidos con grandes y ampulosas palabras, para ser vendidos entre los pobres que desean consumirlas por curiosidad.

La vida en estos pueblos tienen la particularidad, de ser simples y sin tiempo, pues el reloj no les sirve para apurar nada, ya que a nadie les interesa tener sus deseos flotando en los minutos, y solamente escuchan pasar el tiempo, en el ruido del viento que pasa entre las hojas de los árboles del bosque.

La principal actividad de la zona, son el cuidado de los bosques de pinos insignis, que crecen además con la ayuda de Dios, quien les envía el agua para saciar su sed y así crecer lentamente a través de cierta cantidad de años. Bajo sus sombras crecen setas, boletus luteus, que sirven de manjar a quienes las saborean.

Los días se marcan por el sol que nace en las mañanas y cae en las tardes oscureciéndose el ambiente escuchándose el canto de lechuzas que anuncian la ceguera del día.

Tenían dos hijos, el mayor, Casimiro, de ocho años y Veonada de seis. Ellos serán casi protagonistas de esta historia de juventud, bailada en un pueblo tranquilo, en donde la Plaza era el lugar principal, punto de reunión dominguera después de la salida de la Misa.

Casimiro fue bautizado con ese nombre, debido a que su madre Casiopea estuvo con dudas de que fuese hijo legítimo de Miroslav, ya que ella tuvo un ligero romance con un huasito del pueblo, que terminó en una pajar de un potrero de trigo, en un fundo de la zona, después de una fiesta dieciochera. Se dijo a sí misma, este hijo es casi hijo de Miroslav, pensándolo solo para sus adentros, se preguntó ¿ y si le pongo Casimiro? Y así fue que lo bautizaron con ese nombre. Ella solamente sabía el por qué….Miroslav lo aprobó ya que amaba a su mujer, además no sabía nada de ése romance-.

A los dos años de nacido Casimiro, llegó el segundo hijo, que también fue varón. Fue un caso único este hijo, porque nació con sus ojitos adheridos a lentes de contacto, caso único en el mundo. Nadie ni los médicos se dieron cuenta de este fenómeno, y pasó inadvertido, hasta que cuando fue a la escuela rural, los profesores se dieron cuenta que su vista era anormal, casi de una ceguera absoluta. Fue un nacido donde la globalidad es parte del tiempo y de la vida de los que la soportan. Es que los lentes de contacto eran azules y le tapaban la transparencia…. Todos también pensaban al verlo, que ese niño tenía ojos azules, a lo mejor, por su ascendencia yugoeslava. Era muy morenito, casi negrito y se veía muy bien con ese color de ojos…

Cuando llegó el día del bautizo, la mamá de acuerdo con su papá le pusieron de nombre Veonada, ya que nunca miraba a sus padres y parecía que miraba siempre al techo de las habitaciones, como si sólo mirara a la nada.

Además, mas tarde, un día su madre se descuidó con él cuando era un bebito, y lo dejó tendido bajo el sol, lo que influyó en su creciente ceguera. Habían presentido muy bien ese nombre, que le quedó de maravillas.

Así, los dos hermanitos, Casimiro y Veonada, crecieron de a poco en su hogar, siendo muy unidos, casi cual gemelos a pesar que su parecido era muy diferente.

Casimiro tenía muy buena vista a pesar de su nombre. Veía cosas a lo lejos y se percataba de todo. El pobre Veonada en cambio andaba casi afirmándose del brazo de su hermano, ya que su vista era prácticamente nula.

Miroslav su padre les cuidaba con mucho esmero y les llevaba al lado de la fragua en invierno, para que pasasen menos frío. Eran una parejita de hermanitos muy unidos. Casimiro era el Lazarillo de su hermanito Veonada.


Casimiro era una bala para jugar a la pelota y Veonada ni siquiera podía verla. Pero se entretenían. Así pasó su juventud y llegaron esa edad de los dieciocho y diez y seis años respectivamente. Ambos iban a la escuela al mismo curso a pesar de la edad, ya que era pobre la escuela y no habían muchos profesores, con lo cual solo había un curso. Era la época en que los pueblos carecían de los elementos de hoy día
y habían menos políticos interesados en votos cambiados por mejores sistemas de vida.

En la escuela, sobresalía otro personaje llamado Pocoyó, quien sería compañero de ambos, cuya edad era la misma de Casimiro; era un niño muy especial, muy acomplejado, ya que al nacer a los siete meses de gestación, destacaban en su físico varios aspectos negativos, ojos muy grandes, nariz igual, y una deformación en su espalda, debido a que su madre le dío vitaminas en exceso porque estaba preocupada de su pequeña estatura. Estos problemas son típicos de pueblos chicos, en donde el Boticario receta sin más ni más, cuando le preguntan sobre un defecto físico. Pero como ocurre con los seres poco agraciados y mas desprotegidos de la Tierra, Pocoyó fue asistido por el amor de criaturas al margen de su entorno….

Ardillas y pajarillos acudían a su lado y lo colmaban de ricas golosinas para su boquita y estómago como para su alma que llevaba adentro, como candil primoroso.

Así salió adelante nuestro Pocoyó, que alcanzaba la edad de siete años y medio cuando su madre decidió llevarlo a la escuela; lo hizo porque un día don Romualdo el boticario del pueblo, le dijo era pecado tener aislado al niño…entonces doña Casilda su madre, se avergonzó y llevó al mas feo y deforme de sus hijos a la escuela… Pocoyó lucía una pequeña joroba en la espalda….sus padres se avergonzaban de su hijo….pero nadie sabía que en Pocoyó dormía la belleza sin igual de un corazón de oro y un alma como el mar. Así se hizo amigo de otros chicos de la escuela, entre otros Casimiro y Veonada…. a pesar de todo, debió soportar los desprecios de sus compañeros.

Así es como Pocoyó, Casimiro y Veonada, fueros tres personajes que interpretaron vidas diferentes pero paralelas en afectos, durante su permanencia en la escuela, a medida iban creciendo en edad



Casimiro y Veonada eran inseparables…………amigos íntimos, hermanos a cabalidad.

Hay dos anécdotas que describen muy bien a estos hermanitos;

Casimiro… a este niño le gustaba casi todo…. jugaba futebol, a las canitas, al emboque, a todos los juegos en donde se usara las manos o los pies, menos donde se necesitase el intelecto, para lo cual era flojo. Casi no le gustaba quedarse pensando mucho rato, o estudiar algo muy a fondo. En realidad era casi un niño tranquilo, y su nombre había sido muy bien colocado, aunque la madre lo pensó por otra causa. Hasta una vez que se subió a un árbol y se cayó desde una altura grande y casi se sacó la cresta, pero fue solo casi. Y así pudo llegar a mas grande pues siempre que le ocurrió algo fue “ casi” por tal u otra causa que no le pasara nada. Es decir, le hacía honor a su nombre…..

En cambio Veonada fue muy tranquilo ya que de por sí no podia hacer muchas cosas. En competiciones físicas fue nulo, salvo una vez que corrió una carrera de ensacados. Fué en un diez y ocho de setiembre, lo metieron al saco y lo obligaron a correr. En Chile es un juego tipico y se llama carrera de ensacados. Y como nunca vió nada, y adentro del saco estaba tan oscuro, fue el único en llegar a la meta. Veonada campeón de carreras de ensacados. Fue su único esfuerzo físico loable. Otra vez lo obligaron a competir con algunos compañeros, en un stand de tiro al blanco, con rifles de aire y plumillas. Fue tal el destrozo que hizo en las instalaciones del recinto, que tuvieron que explicarle que no era posible siguiera compitiendo. Disparó a cualquier parte menos al blanco. El nunca supo lo que era un blanco….en realidad era todo negro para el pobre niño.

Tal era su ceguera, que nunca pudo sacarse anteojos con el oculista, pues ni siquiera veía las letras para medirle la vista que tenía, o no tenía en este caso.

Veonada se hizo muy amigo de Pocoyó a quien protegía por ser más indefenso que él, a pesar de su ceguera, pero le atraía la bondad que veía en su corazón, y gustaban de admirar la vida tras la naturaleza del entorno.


Era un frío día de invierno, cuando llegó a la escuela, una alumna nueva. Era una bella chiquilla descendientes de alemanes, de quince años, rubiecita y de ojos azules. Naturalmente quien la miró primero y se dio cuenta lo hermosa que era, fue Casimiro. Cuando la miró desde lejos, pensó en enamorarse de ella….amores de quince años…bellos….como un rayo…. Y ella se hizo la inadvertida y pasaron muchos días antes que le dirigiera la palabra. Casimiro estaba nervioso
y no le dijo nada a Veonada, que había llegado esa chica tan buenamoza. La quería para él solo. Y tal como pensamos, casi le coqueteó a la niña en cuestión. Pero ella no deseaba tener amores con nadie por el momento, pues estaba estudiando la cancha, el ambiente. Pero Casimiro siguió y siguió tras su cometido pues era muy empeñoso. Y ella continuó eludiendo su amistad.

Veonada no había advertido su presencia ni se le pasó por la mente que había llegado ella. El pensaba más de lo corriente y se enfrascaba en sus ilusiones propias y componía versos en su atmósfera cerrada y casi ciega. Tenía desarrollado una memoria enorme y conocía palabra por palabra lo que componía, y se sabía ya cien versos de corrido….Tenía su propio mundo y lo cultivaba con semillas de pensamientos.

Cuando llegaba a su casa se sentaba con su madre y le recitaba lo último que había pensado. Ella estaba muy orgullosa de su hijito y era casi su regalón. Le atendía mucho, pues sabía su dificultad en ver lo que lo hacía y le ayudaba hacer su vida más feliz. En realidad esa madre les inculcó a los dos, los valores de Dios y del mundo cristiano. Pero solo superficialmente.

Veonada, así y todo sabía hacer su cama y el aseo de su pieza, la que compartía con Casimiro. Se las ingenió para hacer muchas cosas al igual que su hermano. Solamente no podía hacer ejercicios físicos ni jugar al futebol con sus compañeros.

Casimiro se enfrascó para conquistar a la niña nueva desde que ella llegó a la escuela. La llamaron de sobrenombre “ojitos” debido a los bellos azules que poseía. Así Casimiro se hizo amigo de ella poco a poco y se la presentó a su hermano Veonada, quien se limitó solo a conversar con ella. No pudo apreciar su hermosura….no sabía de eso. Apenas la podía ver, pero si la escuchaba y conversaban mucho.

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Antonia Pérez Garcí­a
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A ERNESTO WÜRTH

Mensaje por Antonia Pérez Garcí­a »

Estimadísimo Ernesto...un cuento precioso, muy prolijo y de gran calidad, da gusto
leer...
Un abrazo de Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !

http://webs.ono.com/antoniapgc

ERNESTO WÜRTH
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CASIMIRO......

Mensaje por ERNESTO WÜRTH »




ANTONIA, ME ALEGRO MUCHISIMO LE HAYA GUSTADO ESTE CUENTO. PROXIMAMENTE ENVIARE CAPITULO FINAL. SALUDOS ERNESTO
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