El INMIGRANTE DEL VIOLÍN

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A. Elisa Lattke V.
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El INMIGRANTE DEL VIOLÍN

Mensaje por A. Elisa Lattke V. »


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Una música suave e increíble de violín me substrae mientras voy en el metropolitano. Dejo la lectura y por momentos no me creo que me den un regalo así para mis oídos. Viajo en un servicio público y es lo que menos me esperaba, hay tantos tantos músicos malos que intentan ganarse la vida o cantar como mejor pueden, para sacar miserables beneficios cada día y sólo para sobrevivir, pero sin nada de conocimientos o sensibilidad musical. Y es que- como se dice- "La necesidad tiene cara de perro". Pero éste hombre que tocaba un violín estaba de espaldas a mí. Tenía el cabello ensortijado y era alto y delgado, parecía de mediana edad. Sentí que era una mano de un ángel que tocaba un bello popurrí de inefables encantos, acariciando cualquier oído que le gustase ese tipo de sonido armónico. Lo primero que pensé fue: ¡Qué insólita sala para tan buena música es este apretujado y triste vagón de tren! Estaba realmente maravillada porque lo hacía como un gran virtuoso del instrumento.

Intentando ver los sueños de su intérprete y los de todo ser, que deseó alguna vez dar un concierto en las mejores salas del mundo. Miré alrededor para saber si los demás viajeros, se estaban dando cuenta de la bella música que nos acompañaba, la que llenaba ese momento entre estación y estación. Necesitaba ver su rostro entre la demás gente que le rodeaba. No sólo escucharle, quería saber quién nos regalaba a todos los viajeros semejante dádiva de arte musical tan bien interpretada... ¿Lo sabrían todos? Y me preguntaba avergonzada ante la duda, porque el éxito del que toca es saber que lo que interpreta, por lo menos se acopla en los sentidos de quienes le escuchan, aunque no se sepa de quién es la obra o el título de la misma. La música no es sólo sonido más o menos agradable, es mucho más y si es bella siempre se queda en el recuerdo sensible de cada ser que sabe apreciarla.

Suelo ir a conciertos de Jazz o de rock siempre que puedo pero también de música clásica. Me encanta escuchar a los monjes de Silos y música de órgano tubular, cuando mi tiempo me regala este deseo. Puedo escuchar una cantata como oír un bolero o un tango…y sentirme inmensamente feliz y transportada... A mí, la música, me hace mucho bien y me recarga el alma y sé que a muchos de nosotros les pasa lo mismo. Siento nostalgias que sé y que entiendo hoy más que nunca a mis años, porque disfruto mucho de de la misma y sobre todo escuchando a grandes compositores, siempre es un deleite para los oídos que distinguen los sonidos para acoplarlos a toda apetencia absorbente, la que inspira a seguir viviendo. En la disparidad de mis apetencias musicales, está el versátil encanto de entender a los otros que son diferentes, porque la raíz de toda música es la misma en la cultura de los pueblos y el sentir humano. Toda ella es bella, es un don dado a todos los seres y es una manifestación más de la inteligencia y de las artes. Es en suma, poesía.


El silencio se hizo en aquél vagón de metropolitano mientras el hombre tocaba. Hasta los niños dejaron de reír y jugar o molestar a sus madres con su eterno cansancio de… “me aburro mamá y cuándo llegamos”. Seguramente sentían esos incomprensibles e únicos arpegios que desconocían, quedándose como dicen... “en misa”, silenciosos mirando por dónde estaba el músico y cómo podía tocarse así un instrumento para conseguir tal maravilla. Miraban ansiosos el lento andar por entre las gentes que se iban apartando para dejar pasar al intérprete y él, conocedor de su estado, les miraba sonriente como intentando que supiesen comprender que hay algo más que juegos en la vida, ante sus ojos curiosos y sorprendidos. Ellos y yo, estoy segura, sentíamos casi lo mismo porque me sentía como una niña, pero sí había curiosidad por conocer el rostro de quién interpretaba esas piezas cortas, que limpiaron de energía negativa mi realidad y la de todos los viajeros.
...

Era un ángel del Este de Europa…por su aspecto. Un joven inmigrante más…que por unas pocas monedas o por nada dejaba todo su esfuerzo de años de conservatorio, ilusiones y sueños, se quedará como deleite efímero en un miserable vagón de un metropolitano en un país extranjero, encima en un servicio público de una ciudad de esta Europa, por esa nueva “fiebre de oro” despertada que les trae a la aventura, muchas veces a sufrir y a malvivir aguantando desprecios y tristezas. No todos consiguen volver con algo a sus destinos donde empezaron sus sueños. Y ahora, en los vagones de un servicio público este músico… que se defiende como mejor puede regalándoles a los viajeros lo que sabe, me hacía sentir las consecuencias de la existencia, cuando falta lo indispensable para sentirse bien en el país donde se nace. ¿Lo sabrán sus gobernantes? ¡No! Nadie les plantea el ser mejores para evitar que su gente se marche fuera a buscar cómo seguir viviendo con esperanza. Entre gentes que, seguramente ni sabían lo que tocaba ni de quién era esa música, indiferentes, enfrascados en su lectura, sus prisas la mayoría, sin apreciar el verdadero talento de 'los fracasados' ... -¡Y tanto mediocre por allí suelto!

Algunos pocos sabían que eran bellas sus sonatas las que interpretaba, supongo, pero sí se extasiaron como yo, mirando sin mirar afuera, ensimismados en su lectura, móvil o evitando dar una limosna, pero fueron muy pocos. Pero por lo menos si nos robó a otros tantos los sentidos , levitamos dejándonos llevar entre los suaves movimientos de su arco… ¡Avanzaba entre la gente el artista y podían verle bien! Su mirada lánguida y de profundos ojos tristes y zarcos se entornaba, nos miraba de vez en cuando, quizá fuese el único pago al ver nuestros rostros y adivinar nuestra mirada lo que sentíamos, algo para su corazón por lo menos, porque sabía de antemano el ligero peso o nada sobre sus bolsillos de esas deseadas monedas de cada día,se iba hacer nota, las que a duras penas se sacaban los viajero y que podrían ilusionarle con mayor razón; pero la bohemia es así y ha sido así siempre…

Seguí la música que manaba de sus manos en delicadas notas por entre las cuerdas de su violín, por dos estaciones más, acariciadas con suavidad por el arco y sus dedos… Las levantaba en el aire, las lanzaba para dejarlas caer... una a una como pétalos de flores, aromas en tono pastel se mezclaban con el aire y me embriagaban hasta sentir escalofríos de una inexplicable dicha interior. ¡Qué instante, qué regalo se pegaba a mis sentidos y ponían una lágrima en mis ojos! En la rutina seria e infame de una existencia repetitiva el inmigrante nos daba todo lo que sabía... ¡y de qué modo! Por primera vez quizá, esos ingratos viajeros se estremecieran… o, no ¿pasaría esto? …me preguntaba curiosa e intentaba descubrir un atisbo de ese algo que me estaba pasando. ¿Sabrían encontrarle lo mismo? Puede que en su piel sintieran por primera vez un roce de plumas, un aleteo que sólo produce las alas de los ángeles. No dejaba de pensar si era yo la única que viese más en un hecho tan sencillo y que la gran mayoría, estaría harta de escuchar a el violinista y a otros músicos que a diario circulan entre vagones del metro. ¿Diferenciarían la calidad interpretativa de los improvisados músicos?

Ese día estuve contenta de haber viajado en el metropolitano, fue un regalo por un miserable euro! …Y para otros viajeros, ya me di cuenta, un simple ‘rascarse’ el bolsillo con la sonrisa puesta como pago… ¡No hay derecho! Seguramente porque nadie quiere perderse el café de cada mañana fría compartido con amigos…¡Todo por regalar belleza con: J. Pearson, Tchaikovsky, Boccherini y el maestro Rodrigo! ¡Tan sólo por un euro, qué suerte la mía!
...

Las ciudades sin nombre son las que se ocupan para la esperanza de los que llegan a ellas. Los inmigrantes las aman con rabia, ellas se apoderan de sus sueños, se los roban y, algunas, se los quedan para siempre… Raramente se convierten en glorias, pero sí en sueños marchitos y arrugados. ¡Qué pocos beneficios por dar tanto amor en muchas notas cada día y años de esfuerzo en un conservatorio, para conseguir un título! ¡Qué sabrán tantos de esto y de todos los que vienen a esta Europa, pero posiblemente sí saben ya de su belleza las ciudades, que también les reciben y se ofrecen y se tocan de otras mil maneras! Las ciudades sin nombre siempre son menos amadas. Se las quiere con rabia como a toda amante vieja, que ofrece comodidades a cambio de ofrecerle un poco de calor, afecto y compañía en cualquier noche por una recompensa económica. Los ángeles sólo tocan en su cielo de desamor y lágrimas.

Hoy quiero rendir un homenaje a un inmigrante que hizo que sintiera el peso del alma con su música… La que se da sí se sabe acariciar a quien se ama… Cuando se mima el movimiento con el arco y se recorre su cuerpo en el instrumento querido, deseado y besado con pasión cada día, también rozando sus cuerdas con la suave yema de los dedos, dándole lo que pide en caricias; dejando que sea ella, la música amante la que toma la iniciativa… la que completa el poema, mientras el deseo se queda en la piel de los dedos en el artista. Placer infinito, seducción en cada movimiento del que tiene a su amada como suya, la música, envuelta en caricias de su intérprete, las que sólo el puede producirle... Así es la gran comunicación que hay entre el intérprete, el pintor, el escritor... El que siente lo que le gusta.

Hoy, he visto un ángel abrirse camino entre la nada incierta, sólo un pitido de tren acabó con el misterio. Mi pequeño trayecto de cielo me devolvió al estruendo de otros sonidos duros, sin compases, mecánicos, sin sentido, interrumpidos por los silbatos en cada parada de estación nueva. El tiempo era el que mandaba despertándome de un sueño.

Necesito musitar una oración, un deseo por todos los inmigrantes que vienen a otras tierras, cargados de ilusión y de esperanza. Soñadores cautivos del disparate material, buscadores del oro de estos tiempos; los que por culpa de tantos ineptos gobiernos que esquilman las riquezas de suelos patrios, les lanzan a conquistar otras tierras para que sus divisas les den la seguridad de permanencia y aumento de sus ganancias. Será como pago a ese esfuerzo de sentarse en sus poltronas con el cetro de mando y sus prebendas. ¡Malditos todos que tienen a su cargo países ricos en sus suelos y no hacen nada por su pueblo! Y algunos aún se fijan en “La Leyenda Negra” como tema a discutir, cuando hacen más de quinientos años están libres para decidir de una vez su futuro. ¡No lo entiendo! Para mí todos los inmigrantes son iguales, no así la situación que les lanza a esa ‘conquista’, muchas veces infausta por alcanzar una mejor existencia, o "para no morir en la patria comiendo mierda" -comentan algunos- , pero sí con un sueño realizado o por lo menos en el intento. La mayoría ni tan siquiera lo consigue o pagan con la muerte de un ser querido en manos de los racistas de turno. Pocos saben que se engañan con sus presuntas riquezas que consiguen, cuando vuelven de vuelta a la patria y, ven que ella, a sus gobiernos y sus leyes y sistemas de privilegios no les da la tranquilidad y el amor, la seguridad ni el bienestar que se merecen de nuevo, porque en muchas patrias nada cambia, están los de siempre con lo mismo. "¡Sólo viven para ellos y un centenar de familias privilegiadas!" Muchos prefieren no volver nunca y llorar su amada tierra lejos, "Es mejor irse muriendo por ella cada día que volver sin futuro para los hijos".

Sólo pido a la vida que quien así busca trabajo honradamente lo bendiga y no se muera de hambre. Hoy hubiese dado mucho más que un miserable euro, pero mi corazón dejó la energía en todo buen deseo. Me he sentido miserable.


A. Elisa Lattke Valencia.
11-3-05. *
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"*Un mañana deseado, es sólo un hoy que aún no termina de hacerse realidad.* (Elisa-06)
*Tengo sed... y filtro mis palabras para bebérmelas en silencio.(AlattkeVa)

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Antonia Pérez Garcí­a
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A ELISA LATTKE

Mensaje por Antonia Pérez Garcí­a »

Querida Elisa... cuando se sale del lugar donde se nace, siempre
se hace con la intención de prosperar...con la ilusión a flor de piel,
pero nada de lo que se piensa es real...solo se sale a mal vivir.
a pasar hambre, necesidades y atrocidades que esperan al inmigrante
en cada esquina.
Muy buen relato el tuyo, de una gran verdad.
UN beso de Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !

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Isa Morion
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Mensaje por Isa Morion »

Querida amiga Elisa, Cuando se leen cosas tan bien escritas,
uno desea quedarse pegado a esas letras. El violín es un instrumento
idílico...me subyuga.
Un beso para tí
Isa.

A. Elisa Lattke V.
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Re: A ELISA LATTKE

Mensaje por A. Elisa Lattke V. »

Antonia Pérez García escribió:Querida Elisa... cuando se sale del lugar donde se nace, siempre
se hace con la intención de prosperar...con la ilusión a flor de piel,
pero nada de lo que se piensa es real...solo se sale a mal vivir.
a pasar hambre, necesidades y atrocidades que esperan al inmigrante
en cada esquina.
Muy buen relato el tuyo, de una gran verdad.
UN beso de Antonia.

Un abrazo y gracia spor tu comentario. ¡Salud compañera! Elisa
*Tengo sed... y filtro mis palabras para bebérmelas en silencio.(AlattkeVa)

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ERNESTO WÜRTH
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Mensaje por ERNESTO WÜRTH »



MUY CIERTO TU RELATO ELISA. QUE PENA ME DIÓ, SALUDOS ERNESTO
Me agradaría mucho poder entrar a este foro.
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