LA MIRADA VACÍA

[ERNESTO WÜRTH]

MIRADAS VACÍAS.

Es frecuente encontrarse con tantos detalles cuando caminamos por las calles de nuestra ciudad.

Tanta gente caminando sin destino, ociosas, como que no se dirigen hacia ningún lado. Hombres y mujeres, desocupados, que a lo mejor no tienen trabajo, y salen a encontrarse con la nada, porque en las calles no abundan
quienes puedan darles otra cosa que absolutamente nada.

No cuento a los mendigos, quienes tienen un lugar fijo, como si lo hubiesen comprado, y donde se paran a vender parches curita, algún numero de lotería, o sencillamente tender la mano para “”pedir prestado una limosnita por favor de Dios”” También hay ancianas, de pelito blanco, cutis arrugado, quemadas por el sol, que alargan sus manos flacas y largas, como queriendo asirse a un ángel, para que las salve del hambre y del frío. Cuando miro estas ancianas, me recuerdan mi abuelita, y pìenso si no sería ella, reencarnada, y me dan ganas de darles un billete grande para dejarlas contentas. Tienen una mirada tan linda. Una dulzura que nos acaramela el alma. Y sigo pensando y me armo historias, las veo con sus nietos, repartiendo lo que ganan al dia, en algunos mendrugos de pan. Que tristeza me dan en el fondo. Porque al verlas, pensamos, en lo triste que es llegar a viejos, no tener nada, solo pedir limosnas.

Hoy en la mañana salí con un nieto, y le invité a tomarnos un café. Nos sentamos en una mesa en la vereda, y allí comencé a ver las gente que pasaba. Tan diferentes unos de otros. Unos bien vestidos, otros con lo suficiente para salir a la calle. Los jóvenes, impetuosos, en grupos, riendo, chacoteando, haciendo ruído. Con su lenguaje procaz, desagradable, convirtiendo nuestro idioma en un garabato, hablado entre hombres y mujeres con igual indiferencia. Me impresiona el trato de los muchachos a las niñas mujeres, una falta de respeto hacia el sexo débil, que pretende ser menos débil, pero si aceptan del hombre esas palabras con tanta naturalidad, bueno que pueden pedir en el sentido de dejar de ser débiles...Pienso que nuestra juventud está cada día peor, con una incultura verbal y general. Mi generación no era así. Pero han bastado 50 años para que este destape de estupideces haga agua. Esta es la verdad.


Las señoras, de compras, algunas con sus bolsas de papel en la mano. Otras, caminando apuradas seguramente ocupadas en algún trabajo, dando a entender que el tiempo es corto, para lo que aun les resta por hacer. Ancianos de pelo blanco, caminando lentos, mirando a ver si se encuentran con otro de su misma edad, para ponerse a conversar, seguramente, de la jubilación, que no les alcanza, o un posible aguinaldo para las fiestas que aun no se aprueba en las Cámaras.

La vida corre rauda por estas veredas. No se siente ruido de pasos al caminar. Hay es día de sol tibio, primaveral, y se hace agradable esta caminata.

Así lo manifiestan varios canes que duermen bajo el calor del sol en las veredas, molestando a la gente, quienes tienen que hacerles el quite, para no pisarlos, y exponerse a uno con posible mal genio, que los muerda. Hay tanto perro vago. Algunos sucios y enfermos.

En la mitad de una cuadra, hay un guitarrista y un violinista. Tienen un sombrero en el suelo, donde recuperan lo tocado con sus instrumentos, con algunas monedas que las gentes les da al pasar. Su música alegra la mañana. Es preferible a la transmitida por radios en los locales comerciales, que generalmente, son cumbias, salsas y no sé que otra lesera.

Así está armada la calle, y al llegar al mediodía, aumenta el flujo de gente, cada vez más apurada. Comienzan a olerse los guisos que preparan los restaurantes. Me dí cuenta que es poca la gente que fuma en las calles. Los hay, pero se esconden, saben que el humo molesta, y tratan de hacerlo disimulados.

Lo que mas observo en estas gentes que pasan, es su mirada. La mirada es la fotografía del ser humano. Se dice expresión. En ella se retratan sus problemas, sus penas y alegrìas. Y en esta mañana, sufrí, mirando esas expresiones. Porque en la mayoría de la gente modesta, ví el vacío de la vida, la desesperanza, su pregunta interior, ¿qué soy, adonde voy, que estoy haciendo en el mundo, cual es mi destino si es que lo tengo? Hay mucha gente que refleja su fracaso, el normal fracaso de las posibilidades que tiene el ser humano de poder desarrollarse en forma decente. Las miradas perdidas, buscando algo que no existe.

Sufrí esta mañana al observar estos seres. Pero de uno en especial. Me di cuenta que no todos tenemos la misma posibilidad, no todos cabemos adentro del mundo. Y me paso películas internas que me hacen sufrir de pena, al ver que el mundo no es algo parejo, no es algo bien repartido, a Dios se le fue ese detalle, porque no creo en esa teoría que dice que los puso en el mundo a propósito, para sufrir, y que después de muertos tendrán el premio en la vida eterna. Además que eso nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros, que no andamos con la mirada vacía.

Ese uno en especial, es un hombre de unos cuarenta años. De aspecto lúgubre, con una mirada que me atravesó los huesos. Caminaba lento,
recto, sin trastabillar, vestido con un traje oscuro, de corbata, camisa blanca arrugada, Su mirada denotaba un vacío e indiferencia total. Parecía que no estaba caminando en ninguna parte. Cruzó su mirada con la mía y me transmitió tal sufrimiento, que me dejó helado de pena. Fue un cruce muy rápìdo, y no alcancé a percibir otra sensación que la anotada. Pero bastó. Me quedé absorto y apenado de ver a tal persona.

Hubo momentos en que me dieron ganas de pararme de la mesa en que nos bebíamos una taza de café express, al sentir la mirada de otros paseantes clavada en nosotros, de otros muchos que pasaban con esa mirada perdida en la nada. Me preguntaban sin decir nada......¿por qué tú y no yo?

Pero esa mirada de ese uno en especial, fue diferente a todas. No pedía nada. Creo que estaba cansado de pedir. Fui yo el que tuvo ganas de dar,
Pero ¿cómo? Si no hubo tiempo de conversarle. Lo perdí de vista. Y me he quedado toda esa mañana con ese vacío en el alma. También pensé en mi mismo. ¡será un reflejo de mi yo con todos mis pesares y angustias? ¿era ese uno especial mi retrato? ¿logré enviar mi fotografía y clavarla en ese uno especial? Porque últimamente he tenido tantos problemas y estados de ánimo al extremo calamitosos. También he sentido esas sensaciones de abandono, ese sentido de fracaso, esa pérdida de fé en mi mismo y en todo lo que me rodea.

¿Será una manera de expresar mis problemas propios y no querer aceptarlos cuando pretendí ver en los demás lo que en realidad pienso ser yo en persona ? Vaya que manera de escabullirme, me musito en silencio. Pero creo que no es la primera vez que me ocurre una cosa así, y debo cambiar mi manera de pensar. Debo recuperar la fé y creer en mi yo. Luchar y pelear por lo mío. Salir a esas calles y caminar con pasos largos, pasar frente a mi yo que está sentado tomándose un express y mirarle a la cara y transmitirle que sí tengo problemas, pero estoy luchando para recuperarme.

Què daría por ver a ese hombre pasando nuevamente frente a mi ventana,
Pero ahora con una mirada llena, sin ese vacío, que me dejó tan preocupado y triste. Lo invitaría a sentarse a conversar conmigo, a lo mejor, me daría unos buenos consejos....¿por qué no? Pero sería injusto traspasarle mis problemas,,, ¿no creen?. Aquí es cuando nos damos cuenta que nunca dejaremos de ver las cosas realmente como son.

[Antonia Pérez Garcí­a]

Estimado Ernesto, una narrativa muy observadora, interesante
y algo pícara...Gracias por compartirla.
Un beso en la distancia.
Antonia.

(esta semana pondré el segundo de CARAS DE CARTÓN) no tengo casi tiempo
de copiarlo.

[ERNESTO WÜRTH]

Estimado Ernesto, una narrativa muy observadora, interesante
y algo pícara...Gracias por compartirla.
Un beso en la distancia.
Antonia.

(esta semana pondré el segundo de CARAS DE CARTÓN) no tengo casi tiempo
de copiarlo.

GRACIAS ANTONIA, le agradezco su mensaje,
espero se encuentre muy bien, la saluda ernesto