25/11 DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

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Maite Martin-Camuñas
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25/11 DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Mensaje por Maite Martin-Camuñas »



Dentro de pocos minutos darán las siete en el reloj de la entrada y todo el mundo se precipitará a por sus abrigos deseosos de salir y llegar junto a sus familias lo antes posible, yo ruego para que se paren las manillas, que no avance ni un solo minuto en el minutero, que el tiempo se congele ahora mismo. Yo no deseo llegar a ninguna parte, nada bueno me espera. De un tiempo a esta parte me presento siempre voluntariamente para terminar cualquier trabajo, hacer todas las horas necesarias con tal de tener una excusa para llegar tarde a casa, algo que justifique que esté fuera, no cenar juntos, no tener que esperar su interrogatorio diario, sus reproches, los insultos….
Hace poco me revelé, oh sí! Me revelé, dije todo cuanto sentía, lo que odiaba la vida que llevo, la falta de ilusión por vivir, mis ganas de morirme. Confesé que a veces me quedo horas en el coche escuchando música por no entrar en casa, porque ya no siento que este sea mi hogar, no noto amor, ni respeto, ni siquiera una pizca de aprecio. ¡En qué hora se me ocurrió! Los gritos subieron de tono, los vecinos debían estar horrorizados… pero ya no me importa lo que piensen los vecinos. Al principio sí, al principio trataba de callarme, de apaciguar, para que no lo oyeran los vecinos, pero eso ya pasó, que escuchen y se ilustren con los tormentos ajenos. Nunca ninguno me dijo una palabra de consuelo, nadie dijo nunca que estaba de mi parte. Si acaso, veo desprecio en sus miradas.
Volviendo a aquel fatídico día he de reconocer que fue la primera vez que me golpeó, pero lo hizo con saña, no paraba de gritar y sus ojos estaban inyectados en sangre… me asustó ver en que se puede convertir una persona cuando se deja dominar por el odio, porque odio era lo que expresaba esa mirada que me dirigió aquel día. Me tiró el teléfono y me lastimó en la cabeza, logré esquivar un par de golpes y eso enfureció más a esa fiera, hasta el punto de coger un cuchillo y querer clavármelo en la piel. No lo logró porque pude alcanzar la puerta y escapar. Pero mi hijo quedó allí dentro y tenía que sacarlo.
Me dirigí a una comisaría para poner una denuncia y que algún agente me acompañara a recoger a mi niño. Pero una vez en la puerta, noté la mirada de los agentes que la guardaban y creí percibir una nota de suspicacia, cómo si yo fuera culpable de algo. Me di media vuelta y permanecí en mi coche toda la noche. No sabía a quién dirigirme, quien me iba a escuchar, quien iba a comprender mi caso, que no me hubiera revelado antes, que no me hubiera arriesgado a sacar a mi hijo del lado de aquella fiera.
Fui a un centro de ayuda y pedí una cita con la asistenta social, porque en algún lugar había oído que esa gente estaba preparada para aconsejar a personas en mi misma situación.

Estuve rodando por las calles durante tres días hasta el momento de la cita. Cuando entré en el despacho vi esa eterna mirada de desprecio que últimamente parece que me persigue. Tomé asiento en la silla que me señalaba y comencé a hablar….desahogué todo cuanto me oprimía el alma, todos los desprecios, los insultos, las humillaciones, los golpes callados y tapados con cualquier excusa… Nada fue bastante, aquella mujer me dijo que no podía hacer nada por mí, que mi historia no era creíble……
De nuevo he regresado a la comisaría, se lo que me van a decir pero de algún modo he de sacar a mi hijo de aquella casa.
Me recibe en su despacho un inspector y me conmina a que le cuente que me ocurre y en que puede ayudarme. Vuelta a empezar con mí historia, nuevamente las humillaciones, los insultos, la degradación, los golpes y por último le imploro que saque a mi hijo de aquella casa. Me mira de forma incrédula y asiente con la cabeza: No se preocupe, su caso es algo insólito, pero es mi obligación prestar ayuda a todo quien lo solicite. Mandaremos una patrulla con una orden judicial, para que entregue al niño y mientras tanto usted…pues, la verdad, es que no se qué hacer con usted. Porque tenemos casas de acogida para mujeres maltratadas…pero no se de ninguna casa para hombres maltratados.


NOTA:
No son muchos los hombres amenazados por sus parejas y los que hay, procuran callarlo por vergüenza. No es que sean débiles, son cautos, no desean hacer daño a sus compañeras. Sufren en silencio porque saben que la sociedad no les comprende y se reirían de ellos si confesasen, son pocos los que terminan muertos, pero no por eso es menos cierto que su situación es crítica y que necesitan sacar a la luz su maltrato pues la ley es igual para todos. Este relato está basado en hechos reales y gracias a que la persona tomó la decisión de salir de su casa. En el juicio, su pareja fue absuelta por el hecho de ser mujer y así le aplicaron una falta leve por la que no tuvo que pagar ni siquiera una multa.

La PALABRA es la que nos hace libres,
no la amordaces.
(Maite Martin-Camuñas)

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Antonia Pérez Garcí­a
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A MAITE MARTÍN CAMUÑAS

Mensaje por Antonia Pérez Garcí­a »

¡Hola Maite!...tristes causas nos plantea la vida, es cierto también
hay hombres maltratados pero son muy poquitos , los buenazos de corazón
son siempre los que pierden y lo demás es tan lamentable, casi incomprensible.
Gracias por compartir esta historia, ojala todos pudiéramos reaccionar
y evitar todo esto.
Un beso grande.
Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !

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