y no es algo que me asombre.
Cosa es normal en el hombre,
al igual que lo es vivir.
Pero el dolor de sentir
que en la vida poco has hecho,
pues resulta corto el trecho
caminado sí me aterra:
Corta es la estancia en la tierra,
duro y eterno su lecho.
Difícil es caminar
con tan negra y torpe idea.
¿A dónde voy? Donde sea.
Insólito, a mi pesar,
e ineludible evitar
la fúnebre melodía
que atruena la mente mía
con estrépito y estruendo.
La vida se me va yendo,
de morir cerca está el día.
Mas con fuerza me rebelo
contra tan triste Destino
y sigo andando el camino
sin temor y sin recelo.
Tras morir sé que habrá un Cielo
donde encontrarme a tu lado.
Atrás dejaré el pasado
y viviré eternamente
junto a ti, si no me miente
este cerebro alocado.
Y allí, ¡qué hermosa existencia
teniéndote entre mis brazos!
Miles de besos y abrazos
habré de darte a conciencia.
¡Que Dios te preste paciencia,
pues soportar tal amante
no es fácil sino bastante
complicado algunas veces!
Mas yo pagaré con creces
tu sacrificio, no obstante.
Dueña serás del poeta,
del hombre que lleva dentro.
Sólo tú serás mi centro,
tú serás mi única meta.
Y así, de dicha repleta,
ebria de enorme alegría,
olvidarás tu sombría
existencia y tus dolores:
Tu jardín, lleno de flores;
tu mente, de Fantasía.