¡Engendro de sanguijuela
que quieres chupar mi sangre!
¡Mujer, ni siquiera vales
lo gastado en bautizarte!
Has conseguido enfrentar
a un hijo contra su padre,
mereces todo el desprecio
que en mi alma dolida cabe
y él un par de bofetadas,
por ser tan tonto y cobarde.
¿Odio yo? Quizás tristeza,
pues no me quitará nadie
la idea de que eres mala.
¡Incluso peor que el hambre!
Un día, cuando despierte
de ese sueño en el que yace,
espero que se dé cuenta
y que al Infierno te mande.
No sé si llegaré a verlo,
pero no creo que tardes
en exigirle el divorcio.
¡En verdad siento coraje!
Criar un hijo con cariño
para que luego te pague
de esta forma por tu culpa
fue tiempo perdido en balde.
Ya sé que no eres creyente,
que cuanto diga no vale.
Mas hay un Dios en el cielo…
¡Sabrá tu maldad cobrarse!
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.
Y pensar que la sanguijuela en la
antiguedad servía para salvar vidas...
pero amigo poeta, las cosas se tuercen
y el dolor, la ravia y la pena
nos ponen en evidencia,
pero sirve para prevenir
futuros dolores y hacernos más fuertes.
A muchos nos ha pasado lo mismo.
Te lleguen mis saludos.
Isabel.
Muchas gracias por tu comprensión, amiga Isabel. Y lamento que hayas pasado por la misma situación o parecida.
Te quedo muy agradecido por tu amable comentario.
Muchísimos besos.
Francisco
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.
¡Bueno, he llegado tarde a ésta sanguijuela!...
aunque de penas, penitas está la vida,
y a menudo a todos nos pasa, lo damos todo
pero cuando lo damos lo damos con amor, y es por eso
que nos tenemos que aguantar.
Excelente... gracias por compartirlo.
Un abrazo.
Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !