en nada marca a los hombres.
Unos nacen siendo príncipes,
otros desde siempre pobres.
¡Que sí, que el libre albedrío,
que quizás ser rico logre!
Mas unos lo tienen hecho,
mientras los demás ni comen.
La suerte es tan diferente,
tan distinta, tan enorme,
que marca desde el principio:
Uno, humilde; el otro, noble.
Con esta gran diferencia
difícil lo tiene el pobre.
¿Dicen que el Hado no influye?
Ya se verá de mayores.
Pues mientras uno igual reina
el otro estará a sus órdenes,
sudando en tanto el de arriba
apalea los millones.