de lo que pasó un buen día,
pues que guardo todavía
su recuerdo en mi memoria.
Cosa curiosa, ilusoria,
lo sucedido a Don Pero.
Les hablo de un caballero
a quien gustaba jugar,
y por amor a apostar
se jugó fama y dinero.
La historia es muy conocida
por repetida mil veces,
pero a Don Pero con creces
le dio fama esta partida.
Son cosas que en esta vida
suelen mucho suceder:
Nunca piensas en perder
y se te va la razón,
apostando el corazón,
hacienda y hasta mujer.
Después de una mala noche,
tras perder un dineral,
al agotado caudal
quiso el azar poner broche.
Fue el final de aquel derroche
el llevar buena jugada.
Con mirada entusiasmada
Don Pero se apostó el resto,
pensando en llevarse presto
la fortuna allí apostada.
Pero el contrario le acosa
y apuesta hasta el infinito.
- Si lo queréis, os invito
a jugarnos vuestra esposa. -.
Tiene bemoles la cosa.
pero Don Pero aceptó.
Su jugada descubrió
pensando en haber ganado.
¡Cornudo y apaleado,
pues resulta que perdió!
Del cuento una moraleja
es de sacar muy sencilla:
Mejor juega calderilla
si no quieres tener queja.
Es una antigua conseja
que me enseñó mi padrino:
- Apuesta con tiento y tino
o perderás la camisa.
Además, causa la risa
quien es cabrón y astifino. -.