que hay que tomar como un juego.
Puedes perder pero, luego,
en otra ronda ganar.
Pero nunca has de apostar
lo que no tienes a ciegas,
pues si lo pierdes reniegas
y entonces llega el dolor.
Es lo mismo que el amor,
son dos similares bregas.
Por conseguir la fortuna,
o por mor de los quereres,
los hombres y las mujeres
suelen prometer la Luna.
Pero después no hay ninguna
garantía de alcanzarla.
Los esfuerzos por lograrla
casi siempre son baldíos.
Así les pasó a los míos,
por más que quise buscarla.
Al final todo fue un sueño
con un despertar amargo,
mas no cesé sin embargo
mientras duró en tal empeño.
Del mundo soñé ser dueño,
envuelto en nubes de euforia.
Pero mi ansiada victoria
no se produjo y, vencido,
mejor es echar a olvido
todas mis ansias de gloria.