como decía mi abuela!
Como la salud no hay nada,
ni el amor ni las riquezas.
Bien recuerdo todavía
oírla decir aquellas
palabras que jamás tuve
ni poco ni mucho en cuenta.
Pues era joven yo entonces
y, a tal edad, la cabeza
está por otras labores,
no hace caso de monsergas
Hoy que voy siendo ya viejo,
cuando en morir ya se piensa,
recapacitas y dices:
- ¡Cuánto sabían las viejas! - .
Igual que voy yo sabiendo,
aunque los jóvenes piensan
que los viejos no sabemos
y les damos vuelta y media.
Cuando ellos van ya volvemos,
aunque más estudios tengan,
pues no hay escuela en la vida
mejor que nuestra experiencia.
Ya les llegará su turno,
cuando los niños de hoy crezcan
y les quiten de su sitio.
¡De fijo, entonces, se acuerdan
de este romance hoy escrito
cuando la fiebre me aqueja!