como las hojas que el viento
arrastra para, al momento,
olvidar en un rincón.
Allí se forma un montón
que acabará en la basura.
Un sueño sólo es locura,
siendo la triste verdad
que, sin respeto a la edad,
acaba en la sepultura.
Al nacer comienza todo,
empezando así a soñar;
parece como la mar,
inmensa y sin un recodo.
Pero de vivir no es modo
el siempre entregarse al sueño,
pues durmiendo no se es dueño
del timón y, a la deriva,
nunca a la costa se arriba
si se duerme como un leño.
Como el humo de un pitillo
se extingue cuando se apaga
igual el sueño y no hay maga
Circe que al ascua dé brillo.
Siendo de arena el castillo
el mar, con un solo envite,
lo destruye y no permite
que el niño vuelva a jugar.
Son el tiempo y el lugar
lo que importa se medite.
El tiempo para vivir
sembrando bien la cosecha,
pues si es mala se desecha,
y el lugar para morir.
Son, juntos, un elixir
que en cuenta tener se debe,
ya que la vida es muy breve
y no como piensa el hombre.
Después que nadie se asombre
si la tierra no le es leve.
Mi reflexión es cabal
y a ver quién me la rebate.
De fijo, en ese combate
va a salir parado mal.
A la postre, en su final,
ha de darme la razón.
Lo digo de corazón,
mis opiniones respeta.
pues ya lo escribió un poeta,
que fue sabio a la sazón.