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Ella nos tienta.
De pronto
la vida nos sorprende
con su vestido largo
y sus tacones altos
y bien acompañada.
Se recoge el cabello, fumando en pitillera.
Nos mira desdeñosa danzando con las horas
y, en giros de los años, se marca un bello baile
mirándonos de nuevo; sonríe despedidas
besándonos la boca, recoge nuestras manos,
nos deja su pareja y exhalando bocanadas
con aire de ilusiones, nos da ramo de flores.
Es ella como un sueño,
como flexible junco
que mueve por riberas
de labios y sonrisas,
y como ella es tan guapa también nos enamora.
La vida es más que un todo de versos tempestades,
de sábanas de llanto, de manos despedidas;
de voces seductoras, de locas fantasías
y, aunque nadie la escuche, la vida esta perdida...
¡Sí, perdida, enamorada del mundo al que convida
a su concubinato de amor en que agoniza!
Mujer:
Temblemos los minutos,
lloremos los instantes
en la flor de la Vida,
en su dicha que llena,
en la gracia del ser
si aún arde su viento;
en mor de los cuerpos
que nos vieron nacer.
La vida se balancea en sus tacones altos,
no nos despinta el ojo y sonríe,
nunca pierde al guapo del marido...
¡Su tiempo que nos deja!
Y somos inocentes, es ella la que besa
delante del esposo que no mueve pestaña.
A todo este delirio de versos que dejamos
nos va tentando el labio, su boca que no engaña.
A. Elisa Lattke V.
En: D. Anselmo.