por la rampa del camino, aligerando lo lento,
el aire, tan solo un desierto blando
con barreras de vientre que no sospecho.
Escapé de las palabras y el viento,
escapé, para que no se alejaran del lecho
y así callar los luceros, los que lucían al viento,
los que suelen teñir de negro el día y sofocar el aliento.
Y al Retomar los susurros su agonía
vuelcan en las carnes ideas, día a día.
En aquel Universo, las palabras ya no surgen,
se han marchado... así lo suponía.
Mi lecho , un Universo vacío,
vacío de llantos, sin margen
de vida sin siluetas que no emergen,
sólo queda un verso del poeta en extravío.
Antonia.