[center]DONDE LA PIEL SE INCENDIA
Del manantial,
de la cantera gris,
del león petrificado -piedra labrada por la bruma-,
del Templo aquel donde el alba se arrodilla,
de la cuesta de las rosas,
de la pendiente enardecida por el toque del fulgor
viene crascitando la alborada.
Aquí el destello juguetea con los trinos.
Aquí las buganvillas labran dulcemente el horizonte.
Aquí el abeto surca el valle
y los pinos sacuden la muralla de niebla.
Astro que atrapa ese lucero la claridad estalla.
Esquirlas de esplendor esta pupila.
Rojos, amarillos, malvas en el centro de la ciudad.
Una araucaria se yergue, altiva, ante el rocío.
A lo lejos, viejo centinela, duerme el Junchavín,
en sus entraña el fuego se congela
(copos de lava verde su ladera.)
Orquídea frente al viento la mirada se estremece.
Hunde sus dedos en la cabellera del estío.
Ciega palpa el aire.
Torpe mariposa que se estampa en el cristal
el mediodía salta ahora.
Luz: espejo a la deriva.
Tremola en la sonrisa adolescente
que remonta mis jardines.
Amo el olor a trementina, la juncia derramada.
Amo las piernas de la niña que sostienen el anhelo.
Ventana frágil me someto a la lujuria.
Ese lunar está ahí, como la piel que vibra
y se renueva con mis besos. Tiemblo
cuando la piel transpira en otra piel,
cuando la boca se repite en otra boca,
cuando los muslos enardecen mi cadera.
Con mis labios invento tu pezón,
con mis manos te pervierto.
Me adentro en ti, me repito en el ritual del mundo.
Y soy el Hombre y la Mujer,
lengua que hurga en los resquicios,
fulgor que se derrama.
Soy el que nace cuando gozosa me recibes.
Digo tu nombre tiernamente
y una mujer madura asoma en la pupila.
COMO UN CLAVEL deshojas la nostalgia,
obstinada brecha al pie del horizonte.
Juego a que la mano te despeina,
acaricio tu mentón como el alba los cristales.
Jalo tus cabellos, riño contigo.
Soy un chiquillo cuando monto en el candor,
palabra que zurea en tus oídos
(el aspid de la soledad acecha, crece.)
Tus ojos, taciturna miel.
Tus labios, caricia de espuma que reclamo.
Contigo voy por los caminos que ahora se me ofrecen.
Contigo hago que las zarzas germinen el desierto.
Destello de sol sobre la cresta de la ola
esta canción es para ti.
Esta semilla reverbera en tu regazo.
Esta raíz se aferra a los espejos.
Espantada la muerte retrocede.
No más dolor.
Ya basta del colmillo hincándose en la garganta de la aurora,
la garra de la pena devastando las heridas.
Ahora canto.
Pastor en la ribera toco la flauta del Amor.
Con mis manos invento el alborozo:
tienes la suavidad del musgo,
candidez de sol flotando como lirio.
Sonríes.
Aromas los frutos del rubor.
AUNQUE AHORA ESTOY AQUÍ.[/center]
DONDE LA PIEL SE INCENDIA
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Oscar,
vaya manera que tienes de amar, no dejas por recorrer
ni un trocito de la piel de la amada, con toda clase de caricias refinadas,
has versado con un rico vocabulario Oscar, algunos vocablos se han perdido,
solo en América se utilizan, muy bien, me ha encantado todo ese fuego
que en el amor despliegas. besitos Esther Luscinda
ni un trocito de la piel de la amada, con toda clase de caricias refinadas,
has versado con un rico vocabulario Oscar, algunos vocablos se han perdido,
solo en América se utilizan, muy bien, me ha encantado todo ese fuego
que en el amor despliegas. besitos Esther Luscinda
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A ÓSCAR WONG
Amigo poeta Óscar, este poema es un decir elegante al amor sentido.
Un abrazo de Antonia.
Un abrazo de Antonia.