
Balbuceos primigenios
*
Si me besaras temblaría la eternidad
muriendo la palabra emocionada
allí en mis labios,
y el verso llegaría al infinito.
Existirá el reloj sin tiempo en las miradas
y la boca no pronunciará un "te quiero"
con el beso sintiendo lo divino
sin tiempo futuro ni pasado,
perdidos en espacio del presente.
Nos besará el eco acariciante
de miradas inconclusas sin palabras;
y besaremos en el verso lo desconocido
buscando en los labios la verdad en lo humano.
Como besa la tarde y la montaña,
la noche y el mar y las flores a la luz.
Perdidos en la inmensidad de los océanos
nadamos en letras de oleaje apasionado,
sabiéndonos parte de la profundidad de lo absoluto,
tocando con palabras los labios de los otros,
con la etérea y trémula realidad que así nos lleva
al lecho del amor amado y consumado.
Convidados por el verso nos sumergimos
en la deliciosa sensación tan literaria
que nos deposita en los confines de un universo inventado:
¡Vemos que este disparate maravilloso nos hechiza
y nos lleva a ninguna parte,
porque volvemos al origen de la nada!
Déjame ahora que te bese, que sea meteorito,
y lluvia de estrellas,
estremecedora fuente que te abraza
por primera vez, siendo azucena
en el jardín donde las aves cantan;
para romper por fin tanto vacío
con la inocente realidad de la palabra.
¡Oh bendita distancia entre el lector y el poeta
y, cómo será de hermosa que sentimos el beso
de su nada en la inmensidad de las estrofas!
Entonces nos unge le silencio en cada verso
y nos eleva el espíritu, tanto, que sabemos cómo
se formaron nuestras dos estrellas.
Y surge de nuevo la vida de los sueños
dejándonos la ilusión como regalo
y la palabra esperando allí en los labios.
¡Despiértame de nuevo si quieres que te bese!
DE: Elisa Lattke
8- Oct.08