UN ALTO EN EL CAMINO
Como el tiempo, es vieja esta historia
Y cada cien años se repite.
¡Así es la humanidad!
Si no me falla la memoria,
Importancia no se le quite,
Es por falta de caridad.
A mí me la contaron de pequeño
Y es como un mal sueño
Volverla a recordar.
...En aumento va la discusión
entre marido y mujer,
pues había que resolver
la falta de habitación.
-Si al abuelo, la mujer decía,
lo mandamos al hospicio,
haremos así sitio
en la habitación vacía.
El niño está creciendo,
No me lo puedes negar,
Y tendrá donde jugar
Si no está el abuelo durmiendo.
-No insistas más, Consuelo,
que no puedo ceder.
Esa habitación ha de ser
Para que duerma el abuelo.
Sitio hay de sobra
Y al abuelo no le estorba
El chico.¡y no discutamos más!
-¡Madre No se preocupe usted,
-dice, alegre, el chaval -
que más bien en el pajar
puedo, libremente, correr
...y al abrir la ventana
diviso desde allí el valle,
y paréceme que en la calle
juego, así, cada mañana.
Deje usted que el abuelo
Duerma en la habitación
Y así, cuando hay ocasión,
Juego también en el suelo.
No me importa, que contentos
Podemos todos estar,
Y, en las noches, al cenar,
Muchos y bellos cuentos
Nos puede alegre contar.
¡No le manden al hospicio
que hay, para los dos sitio!
La mujer de nuevo insistía,
El hombre agotaba la razón,
Y el abuelo, en un rincón,
De pena se consumía.
Tanto llegó a insistir,
Buscando razón sin razón,
Endureciéndole el corazón
Hasta, al fin, conseguir
Desocupar la habitación.
...¡Así que prepara el burro, Tomás,
y ponle los aparejos
y ya que vas tan lejos
aprovecha el tiempo en comprar,
para la habitación, pertrechos
que la tengo que arreglar.
Tomás, muy entristecido,
Cobardemente ha cedido.
El niño, en su corta edad,
No sabe ya replicar.
Y el abuelo, desconsolado,
Calladamente ha llorado
Con un nudo en la garganta,
Mientras que la mujer,
Alegremente, canta
En aquel triste amanecer.
-¡Tomás! Prepara una carga
de leña para vender
y así los gastos atender
de esa jornada tan larga.
-¿No comprendes que el animal
está ya un poco viejo
y es mucho, para su pellejo,
carga tan descomunal?
A lo que dice el chaval:
-¡Padre, iremos todos al suelo!
Mire usted que el burrucho
Está un poco flacucho
Y pesa mucho el abuelo,
Sin contar con la leña.
-Hijo, si tu madre se empeña,
tendremos que ceder,
pero ¡Tate que entre los dos,
y con la ayuda de Dios,
lo podremos resolver.
El peque, no muy convencido,
Y pensando en su magín
Que Dios para este trajín
No les había socorrido.
Mas el tiempo dirá
Cual ha de ser el final.
Penosa y lenta es la marcha,
Con amagos de tormenta.
Marchan los tres con su afrenta
Pisoteando la escarcha.
El pobre Tomás, rumiando
De que forma convencer
A su muy terca mujer.
El chaval, pisoteando
Con rabia, impotente.
El abuelo, llorando
Muy triste y calladamente.
Y así van marchando,
Temerosos de llegar,
Alejándose de su hogar
Y de frío tiritando
Sin poderse calentar,
Ya que el sol, tan lentamente,
Como esta triste caravana,
No sale esta mañana
Arrollador por oriente.
El burro en seco se para
Y parece que titubea
Y el abuelo se marea
Y se le nota en la cara.
-¡Padre, que iremos todos al suelo!
Mire usted que el burrucho
Está un poco flacucho
Y pesa mucho el abuelo.
Tomás coge a su padre,
La leña se tambalea
Y el burro patalea.
¿Ay? ¿Qué dirá la madre?
Todos, al fin, a descansar
Se preparan tristemente,
Y el sol por oriente
No acaba de despuntar.
Justo, encima de una peña,
Han colocado la leña.
El abuelo, a un lado,
Llora desconsolado
Acariciando el burrejo:
¡Qué triste es llegar a viejo!
-¡Padre! ¡No llore usted
que me da mucha pena
y mi alma se enajena
sin saber que he de hacer!
Y si el animal ya no puede
Con la carga tan pesada,
Qque la leña aquí se quede
El resto de la jornada.
Y usted apóyese en mi,
Que yo lo haré en la callada.
Y, así, podremos seguir
Todos juntos hasta el fin.
El abuelo, mirando alrededor,
Perplejo y con gran estupor,
Pues le viene a la memoria
Que se repite la historia
Que vamos a escuchar.
-¡Hijo! Es mi gran desconsuelo
verás, yo descansé con tu abuelo
en este mismo lugar.
-¡Dios santo! ¡Dios vendito!
El hijo exclamaba
Al tiempo que lloraba
Por el destino maldito.
-¡Señor! ¡Por qué se ha de repetir
cada cien años una vez!
¡Es que no puede ser
en amor y paz vivirá!
Y agarrando con presteza
El marro fuertemente,
Asestó un golpe potente
Rompiendo la dureza
De aquella roca maldita.
-¡Padre ¡Qué hace usted!
el peque, desconcertado, grita.
¿Dónde descansaré yo
cuando disponga Dios
que lo tenga que llevar
también a usted al hospicio.
No veo en este lugar
Ningún otro sitio
Mejor, para descansar.
-¡Hijo, No se repetirá
nunca más esta historia.
Guarda, pues, en tu memoria
Lo que te voy a decir:
Volvamos a casa en paz.
Y si no hallo otra manera
De hacer entrar en razón
A tu madre, y menester fuera
Otro sistema emplear (1),
No me va a amedrantar,
Si no que me va a oir.
Que no hay habitación,
¡sitio hay en el pajar!
y para poderlo calentar
basta mi respiración.
Dormiré abrazado a mi padre
Para que no pase frío
Y voy a estar muy tranquilo
Por lo que diga tu madre.
-Padre, allí dormiremos los tres.
Volvamos alegremente
Que ya estoy impaciente
Y mucho es de temer
Que nos coja el anochecer
Con este frío relente.
Y no se preocupe, abuelo,
Y alegre usted el corazón
Que mi padre lleva una razón!
UN ALTO EN EL CAMINO
Moderador: Julian Lopez
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Don Luis, triste historia, presente y futuro y esto no hay quien
lo cambie, pues tan sólo es llegar a viejo y quedar para fruncir
el cejo. y el final...creo es la muerte, pero que nadie se olvide
que a todos les ha de llegar.
Un abrazo de Antonia.
lo cambie, pues tan sólo es llegar a viejo y quedar para fruncir
el cejo. y el final...creo es la muerte, pero que nadie se olvide
que a todos les ha de llegar.
Un abrazo de Antonia.
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ANTONIA PÉREZ GARCÍA
Querida amiga:
Esta historia, que es vieja como el tiempo, la renuevo siempre por Navidad, más que nada porque nos acercamos a unas fiestas muy significativas en las que el amor, en todas sus manifestaciones, debe ser magnánimo y más con la tercera edad, en la que sin darnos cuenta nos estamos introducciendo, encontrándonos con que esa vivencia es muy frecuente en casi todas las familias. Esta historia es muy similar a la manta del abuelo o al plato de madera (el plat de fusta) y debemos mirarnos hacia nuestro interior y ser más generosos si cabe, pero todo el año no en estas fechas que en todas las casas no solamente sobra sino más bien que se derrocha.
Confío que esa historia sirva para que algunos miren en su interior y rectifiquen en su actitud hacia sus mayores.
Fraternalmente.
Esta historia, que es vieja como el tiempo, la renuevo siempre por Navidad, más que nada porque nos acercamos a unas fiestas muy significativas en las que el amor, en todas sus manifestaciones, debe ser magnánimo y más con la tercera edad, en la que sin darnos cuenta nos estamos introducciendo, encontrándonos con que esa vivencia es muy frecuente en casi todas las familias. Esta historia es muy similar a la manta del abuelo o al plato de madera (el plat de fusta) y debemos mirarnos hacia nuestro interior y ser más generosos si cabe, pero todo el año no en estas fechas que en todas las casas no solamente sobra sino más bien que se derrocha.
Confío que esa historia sirva para que algunos miren en su interior y rectifiquen en su actitud hacia sus mayores.
Fraternalmente.
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- Registrado: Dom Feb 15, 2009 3:28 pm
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para Luis de Lidia Prado
Luis, he leido la historia con mucho cariño, porque mi afición por la poesía me viene de mi abuelo materno y de mi padre, ambos amaban este tipo de historias y chascarrillos de pueblo, como a mi me gusta llamarlos.
Gracias por acercarnos a valores tan nobles.
Gracias por acercarnos a valores tan nobles.