LO ABSOLUTO DEL OTOÑO.
hay arlequines que merodean muros
que son impredecibles, tan blancos por fuera,
negros por dentro, sin alma que los sustente;
la gracia es flotar imperceptible, sin lustres,
que opaquen los zapatos de charol
cuando dan vueltas en el tango con Gardel,
(o damos vueltas la curvatura de la existencia);
de ahí nace la parodia que a tantos les agrada,
que grita nada y mete ruido,
y volvemos al punto de partida sin retroceder,
desabrochando el botón de las penas
para no caernos en un hoyo negro;
es difícil contentar a todos, moros y cristianos,
es aburrido que todos piensen igual
sería plana la luna y chueca la tierra
y el sol estaría demás, y nosotros ¿Dónde?
por eso usamos dos calcetines iguales
y dos zapatos del mismo color,
y miro allí donde quietudes nadean nadas,
y en mi helipuerto aterrizan
después de un sábado muerto, plano, mudo
donde el piano suena y la trompeta grita
¿la isla del silencio?
allí donde no se escucha nada, o mucho,
donde lo absoluto es la imagen del otoño.
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