Cuando era chiquitina, no dejaba de creer
Que tendría todos aquellos, que
Mi abuelo me iba a traer;
Trenecitos de madera, de los que el
Solía hacer, con su afilada navaja,
Cuando caía el anochecer.
Pues día a día caminaba
Por la vía de aquel tren
Que pasaba rapidito,
Caminito de Teruel.
Le acompañaba el sonido
De las alondras al amanecer,
De los trenes que pasaban
Y de mi ilusión que iba con el.
Y cuando caía la noche
Cual si fuera un pincel,
Los pintaba de los colores
Que tenía el atardecer.
Y Contándome bellas historias
Mis ojos hacia adormecer,
Para que soñara por la noche
En la magia que tenía…
El prodigio de aquel tren.
