Y EL TRÉBOL DE CUATRO HOJAS.
Había una tarde esperando al amor;
amor de esperada tarde,
tardes de amor deseado ,
amores contando pétalos,
rosas rojas casi negras invadiendo almas,
besos bienvenidos, siempre son
tardes violetas, cuando muere el día.
Tus besos con olor a sándalo
llenan el vacío, mi alma aletargada,
ensoñaciones, abriendo amores,
pinceladas de cera color miel,
dan paso a bellos versos llenos de rosas,
partículas de miradas de ojos llenos
vaciándose este beso con olor a tí.
Cada vez que pienso y te miro lejana,
se llenan de vacíos mis poemas
deseo llenarlos de amores,
mezclando todo, poesía, música, canciones,
decepcionado de tu desamor,
¿no deseas llenar de amor tu alma?
quiero pintar un cuadro sin colores, vacío-
Logro vaciar colores imperfectos en tu tela
sin sabor a pintura abstracta ni surrealista,
lleno de letras esta poesía, buscando el beso,
Evado mis dudas en utópicas verdades,
buscando éste beso, en el ruido de las olas,
una tarde me buscó la caracola,
del mar perdido en tempestades,
vida que naufraga, entre sus espumas blancas,
no eres la única en los besos de esta pleamar,
el horizonte que flota allí lejos sobre el cénit,
tiene otros ojos sembrados en los míos
Hay unos iris con aroma a miel en sus pestañas,
amores que nadan en la cumbre de las olas,
está ese beso con sabor a rosas rojas casi negras,
la vida, ancha como la aurora,
roja como labios,
espumas blancas, esperan cual sábanas de espejos,
brazos cruzados con los míos , tréboles de cuatro hojas.
Está esa calesita dando vueltas y vueltas,
caballitos blancos galopando en elegantes círculos
posando sus patas, sobre verdes alfombras,
regadas de nuestras miradas de tréboles verdes,
en ese parque imaginario de Las Tullerías
allí estamos girando en felices miradas que nos atan, furtivas, apasionadas, cual sonata de Haydn.
Paris, 1996