
¡ESCUCHA EL CANTO!
¡Escucha el canto!
Es mi alma que de lejos te habla,
¡Ya no soy soñadora, ya no soy nada,
Sólo una hoja vacía, al aire de la mañana!
¡Escucha el sonido!
Es mi mano llamando a tu alma,
que tiembla al ver tu puerta cerrada,
que se mece en sueños cuando naufraga.
¡Escucha el eco!
Es mi alma que de lejos te llama,
diciéndote que sin ti, se resquebraja,
que sólo tú, eres cobijo de mi esperanza.
¡Escucha mi canto!
En el canto de la cigarra, del avellano,
en el canto de las aguas surcando llanos,
cantos de sirenas, cubriendo como mantos.
¡Escucha el eco!
Son sonidos de amor de las teclas de un piano,
son surcos de un corazón ya muy anciano,
sonido de muerte, por no escuchar su canto.