Camino que se termina,
y un alma que gime mustia
al no contener la angustia
que desborda en su interior.
Duele verte entumecida,
sin dulzor ¡tan abatida!
extrañando aquel amor.
Ya no existen primaveras
donde ataviada con gemas
recitabas los poemas
en las noches de ilusión;
tu faz brillaba cual luna
disfrutando la fortuna
que envolvías en pasión.
él, se acunó en otros brazos,
sencillos y cristalinos,
dejando atrás los espinos
que alienaban su razón,
Y te quedaste tan sola
sin aliento, sin corola
¡Qué apagaste el corazón!
Graciela
