deja en jirones a su vida,
sin saber que es su dislate
el tener una lucha sostenida.
Cae y renace cada día
detrás de unos ojos de platino,
cerrando los propios al destino
continuando la lid y sin salida.
Tonto de el, que sabiendo de dolores,
amanece a sufrir en cada día,
la triste batalla ya perdida.
Más no importa luchar, si vale el reto.
¡Que tus ojos esquivos y queridos
terminen reflejándose en los míos .-
Horacio Montes-Bradley
