Por un puñado de perlas
cayeron lágrimas eternas.
Rodando bajaron las penas
entre canales de arena.
Y en un Jardín de azucenas
dos lirios como campanas
sin intención se trepaban
y a su son se balanceaban.
Libando nectar volaban
colibríes sobre azucenas.
Campanillas como en cuentos
en el jardín sonreían...
Ingenio le llevarían
a la reina y a sus perlas...
que aquellos lírios serían
sus amantes por el día.
Y así se termina el verso
que un puñado de perlas
invento lágrimas eternas.
Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !