hasta la última planta desvalida,
la palabra que no fue pronunciada,
el agua refulgente, que descubre
la raíz de las piedras, y adormece
a los grillos sedientos, y despiertas
conciencias -primaveras detenidas-
¿Quién no la admirará?
Quién, como Marte y Venus, sin la vida,
arrasada conciencia que no existe,
de mañana implacable, tan desnuda
de lirios -margaritas impensables-
con tanta luz que ciega y desorbita,
-hasta el aliento quema y da muerte-
y todo pensamiento es soledad,
"Y la tierra, burbuja en plena vida,
entre estos dos sedientos astros muertos,
gacela junto a leones tan hambrientos
que devoran lunas, y hasta horizontes
impensables de límite inseguro.
¿Quién no la admirará?
Revolviendo palabras con sus verbos,
silenciando silencios y silencios,
la sola soledad lo explica todo:
Un divino capricho, tan sólo eso,
capricho tan divino, sola tierra,
que todo un infinito Dios podría.




