El tiempo compartido, ha quedado impreso,
en la piel gastada de un libro de poesía.
Fui parte de tus penas, de aquel cielo perdido,
y Dios sabe cuánto deseaba amigo mío,
regalarte el poder que genera la alegría.
Mi piano compañero,
se ha escondido en notas de silencio.
Tu voz suave, límpida y serena,
ya no se escucha, en lo amado de tus obras.
Hoy son tantos años,
más mi vida se derrama, en lágrimas sinceras.
El sol ya no calienta,
se fue al pasar el tiempo, entre las sombras,
frio convertido en virtuales extraños.
Por Dios, amigo mío;
tú no merecías la suerte que no deja nada,
que se lleva todo, inclusive la mirada.
Se llevó nuestra amistad al fondo del silencio,
Dejando solo sombras, vacios y un martillo,
que día a día; me golpea y rompe el alma.
Si el amor moraba en tus memorias,
poemas que decías, al fondo de tus ansias.
Fué norte de tu vida, ser noble en la batalla
matriz de cicatrices y viejas heridas,
que un día derribaron tu corazón cansado,
y lo escondieron en la muerte,
por ese acto de valiente, te dieron la medalla.
Querido amigo, este verso no se calma,
llora mares por nuestra amistad truncada.
En la tormenta duele tanto el alma
que las flores blancas son furia acrisolada
Nada es imposible, si están vivos los recuerdos
y nuestra amistad como bandera
siempre enarbolada.
Nunca tuvimos desacuerdos,
compartimos largas experiencias
siendo libres como es la primavera.
IVAN CARRASCO AKIYAMA
LA PAZ-BOLIVIA
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