Me suspendo en un hilo cual telaraña
cubierto por músicas salidas del ahi
cubriendo mi alma de finos sonidos
de manos que danzan al unísono
de mis sentidos, que trepan muy arriba
que suben, suben, y no cesan subir;
una flauta traversa horada mis oídos
creando algo inédito, tan desconocido
cual espejo me mira y traspasa
con el filo de una espada damocliana
y en un muro de lamentos se escucha
un ronquido, de animal no es animal
alarido de un mundo quejumbroso
que retuerce sus problemas en una danza
contorsionada, con ruidos, sinfonías
que inconclusas, nos convierten
en arácnidos, suplicando sobrevivir
este mundo lleno de dinero que no sirve
confunde todo, transforma toda la vida
en un sinfín que no tendrá fin
mientras existan quienes dominen
y esclavicen, haciéndonos trepar
estos hilos que algún día se cortarán
y resurja la belleza total, sin feliz ironía.
Me sumerjo en un sueño, y esa flauta traversa
intensifica sonidos, aturde, llora
Mientras, otros arácnidos reemplazan telas
cambian sueños, ofrecen dádivas
pero nada cambia, solo el tiempo ha pasado
y se repetirá mil veces este eterno retorno
y la nada misma escuchará mil flautas.
Este poema esta dedicado a los millones de seres que soportan
la injusticia del reparto de los bienes en todo el orbe