No fue sinó en un tiempo misterioso, pero repleto de ese suave
encanto que llena la inocencia de los niños. Este jugaba con un gato
y Minnette se llamaba, que era hembra y peluda como angora y de
hocico mojado. Sus ojos los tenía verde el uno, el otro azul y el
pelo, blanco, blanco. Y andaba con el aire del felino, como andan los gatos. Que mucho tiene de majestuoso su andar blando. Alargando su cuerpo se desplazan y son capaces de pegar un salto. Las uñas las esconden, si las sacan será para atizarte un arañazo, pues el gato
quiere su indepencia y jamás tolera ser molestado...
Tiene su territorio demarcado...
Pero estoy hablando de Minnette y un niño, ya no sé ni donde voy
pues me he alejado.
Pues bien, el niño jugaba con el gato, lo ponía panza arriba, panza
abajo, le tiraba del bigote y todo se dejaba hacer este buen gato.
Le apretaba contra si y le besaba, le daba de comer leche en un plato.
Un día se marchó ¡quien sabe donde! pero en la compañía de otro
gato y pasados los días no volvía.
Por todas partes daba el niño el llamado... Minnette, ven, llorando le decía, fresca comida te puse en el plato. Y nada, el misterio seguía...
y así, muchos, muchos días pasaron...
Y el milagro surgió, que una tarde a casa llegaron Minnette y otros cinco
gatitos como cinco gazapos...
¿Y qué hizo el niño? Pues brincar muy alto...
¡Y el gato? de placer ronroneaba subido a su regazo...
La historia tuya es preciosa y real, la mía es imaginativa.
el amor todo lo puede querida.
ya me desabrigo si me lo pides, pero bañador no sé, no sé,
tal vez me echaráan de los foros, jajajaja
Un besote grandísimo EstherLuscinda