amparado en el silencio,
se queda solo el poeta
elucubrando sus versos.
Cual la fragua de Vulcano
se ilumina su cerebro
y del corazón le brotan,
despacio, los sentimientos.
Ya no escribe como antaño
como un rayo y tan certero.
Su pluma no va deprisa,
su caminar es más lento.
Tiene tanto verso escrito
que es difícil tema nuevo
hallar para sus poemas.
¡Torna siempre a sus recuerdos!
Y en ellos se regodea
al contemplar aquel tiempo
en que su mente fue joven,
ahora que empieza a ser viejo.
Se han acallado los coches,
nada se escucha y el cielo
desde su rincón no observa
pues que se lo impide el techo.
Pero no llueve, ha cesado.
Eso sí es sencillo verlo.
No caen las gotas de agua
y el piso se encuentra seco.
Mañana será otro día,
otra etapa da comienzo;
tiene pronto que acostarse,
pero se encuentra sin sueño.
Ha preparado sus ropas.
¿Lloverá, sólo hará fresco?
Por si acaso, un buen paraguas
aunque llevarlo es molesto.
Y a vivir nueva aventura,
a sortear contratiempos.
La vida no es nada fácil,
pese a que parezca serlo.
Se le pasarán las horas
entre ronquidos, durmiendo;
pero, mientras, un romance
ha brotado de sus dedos.
El objetivo ha cumplido
por encontrarse despierto
y es que el que duerme no escribe,
deja el trabajo incompleto.