dices llevar nieto es mío
y, como tal, yo te juro
todo mi amor y mi asilo.
Pero al que llamas su padre,
y dices ser tu marido,
a ése no quiero ni verlo.
¡Jamás le tendré por hijo!
Que un hombre ha de ser valiente
y, si supo hacer un niño,
dar la cara con el riesgo
se la rompa en mil añicos.
Aunque yo no tengo dudas
de que todo lo has urdido
y él pueda ser inocente,
pero su ardor satisfizo.
El que la hiciera, la pague
como yo mis desatinos;
que hoy bastante me arrepiento
de mi error. Soy comprensivo,
pues soy hombre al fin y al cabo,
mas no me vengan con timos.
Si pagué por mis errores
justo es que él haga lo mismo.
No es venganza por mi parte,
es lo mandado y lo digno.
Que trabaje como todos,
con gran fuerza y con ahínco,
como yo cuando fui joven
y no perdí los anillos.
Si no hay trabajo, lo siento,
no he dado yo los motivos.
Que se marche donde quiera
y que me deje tranquilo.
Retorne para sus lares,
pues no sé para qué vino.
Por su bebé que no sufra
en tanto que yo esté vivo,
que no ha de faltarle nada
aunque tenga que pedirlo.
Seré viejo, pero aún puedo
educar a ese chiquillo.
Si he de quitar de mi boca
alimentos y caprichos
no tenga pena por ello,
pues me sobran muchos kilos.
Es la verdad y, por tanto,
como lo pienso lo digo.
¡Lo juro y mi juramento
es por las llagas de Cristo!