y el incierto futuro que me espera
que soñé, me parece, una quimera.
a la vista aparece el resultado.
No triunfé como quise y no fue el Hado
el culpable. Fui yo. Y me desespera
que pudiendo triunfar así no fuera.
para siempre quedar debo olvidado.
¿Fue molicie, tal vez, o desatino?
O pereza, quizás. No fui constante.
¿Culparé, como siempre, a mi Destino?
Le he culpado, sospecho, ya bastante.
Es más noble afirmar que mi camino
lo elegí por error, es lo elegante.
Aunque opino, no obstante,
que tampoco gocé de enorme suerte.
Dejaré que se juzgue tras mi muerte.