me brindó gran alegría.
Así comenzó mi día,
bien ágil y muy despierto.
Mas parece que se ha muerto
luego el amor que me daba,
la dicha que me prestaba,
y que de mí se ha olvidado.
No me quiso dar el Hado
el amor que yo buscaba.
Quizás estés estudiando,
pero tendrás un minuto.
Si sabes que yo disfruto,
¿por qué me lo estás negando?
¿Hasta dónde y hasta cuándo
durará mi mala suerte,
hasta el día de mi muerte?
Largo plazo me estás dando.
Firmé con la Parca un trato
y plasmado en el contrato
consta que larga ha de ser
mi vida, así que he de ver
a mi nieto hecho un jabato.
Eso firmé y está escrito,
no admito gato por liebre.
Lo he ver cuando celebre
cien años, que es lo suscrito.
Tal consta en el manuscrito.
y lo por ella firmado
no puede ser olvidado,
pues firmamos seriamente:
Yo, con mi sangre caliente.
La Muerte, con ceño airado.
Cesa en tus dudas, cariño,
compláceme en mi deseo.
Aunque este rato bien creo
ser tiempo que me rapiño.
Y es que ya no soy un niño
que sueña en los Reyes Magos:
Bebí muchos malos tragos.
Trasegando así escarmienta
todo el que lleva la cuenta.
¡No quiero ya más zurriagos!
Contigo misma sincera
debes ser y decisiva,
de otra forma no hay quien viva
en esta penosa espera.
Ya sabes que desespera
quien aguarda estar contento.
Así que mi sentimiento
puede durarme muy poco:
Estoy cuerdo, no estoy loco,
tengo muy clara la mente.
Por ello, hermosa, se siente:
¡No me llevo otro sofoco!