Agustín y Paco, en broma.
La antigua Roma hecha cisco
por Agustín y Francisco
Sobre el Imperio Romano
los dos charlan, mano a mano.
Aunque aquí ridiculicen,
al viejo Romano Imperio,
Agustín y Paco dicen
que aquello fue un putiferio.
la Historia a veces nos cuenta
cosas que evidentemente
son auténticas tragedias.
Y es que hubo personajes
que siempre estaban de guerras
por conseguir el poder
a costa de lo que fuera.
Mandó en Roma, por ejemplo,
-seguro que lo recuerdan-
un gachó que fue famoso
que se llamó Julio César
y tuvo más que palabras
con Pompeyo, otro que era
candidato a mandamás
de su imperio. Un sinvergüenza
que, por luchar y perder,
le cortaron la cabeza
cuando se fue para Egipto
una tarde por la siesta.
Pues bueno, al Julio que digo
le dieron una sorpresa
que iba dentro de una alfombra
-seguramente, de Persia-
pues se la desenrollaron
y salió una tía buena
que era una tal Cleopatra,
del mismo Egipto la reina.
Y luego…pues no hace falta
que os diga más. En la juerga
se compenetraron bien
el Julio y la reina esta,
(aunque él compenetró más
como es natural, que ella)
y tuvieron un zagal
en cuanto salió de cuentas.
Y vosotros os diréis
¿En dónde está la tragedia
si el César lo pasó bien
y sano volvió a su tierra?
Os lo digo. Por favor,
un poquito de paciencia.
Resulta que en el Senado
de Roma, la gente aquella,
le tenían mucha envidia
y manía a Julio César
por si acaso a la República
la mandaba a hacer puñetas
y se coronaba Rey
quisieran o no quisieran.
Y entonces le encomendaron
a un hombre, que era algo bestia,
(que hasta Bruto le llamaban
sin que el payo se ofendiera),
que justo en Idus de Marzo
lo esperara en la escalera
del Senado, y le endiñara
una “puñalá trapera”
que lo dejara ya listo
de papeles para “Insécula”
Y eso pasó, incluso más,
pues, ya metidos en gresca,
lo apuñalaron los otros
rematando la faena.
Y cuentan que César dijo
sin que casi se le oyera:
“¿Tú también, hijo me matas?”
y que contestó el chuleta:
“Es que estaba contratao
y me van a dar la oreja”.
Agustín Sánchez Martínez
una historia de romanos,
mas ha dejado en mis manos
que a la misma ponga fin.
Les diré que el “folletín”
continuó Marco Antonio,
quien contrajo matrimonio
con la amante de su jefe.
Mas de que fue un mequetrefe
la Historia da testimonio.
Perdió el mozo la cabeza
por culpa de Cleopatra
y, al no existir el psiquiatra,
se comportó con torpeza.
Se sabe cómo se empieza
mas no cómo se termina,
ni qué el amor nos destina
cuando su ardor nos desboca:
A causa de aquella loca
Antonio acabó en la ruina.
Ya el gitano nos lo dijo:
Donde tuvieras la olla
deja quieta la cebolla
o puedes perder de fijo.
Quien pierde así su cortijo
es tonto de capirote.
Era Marco un soldadote
de escasa y corta memoria,
por eso cuenta la Historia
que perdió hasta el estrambote.
Ya sé que no es un soneto
lo escrito, pero rimaba.
El pobre fue la caraba,
viéndose en un gran aprieto.
Y Augusto, que era un sujeto
que mala leche tenía,
lo llevó hasta la agonía.
No le combatió por tierra
en tan insensata guerra,
sino sobre el agua fría.
En Actium tuvo lugar
la desastrosa batalla
y dijo Antonio: - ¡Mal haya
el egipcio lupanar! -.
Ya presto voy a acabar
de relatarles el cuento
o pensarán que les miento
siendo verdad cuanto dije:
¡Pobre del que se embotije
por culos de mal asiento!
Francisco Escobar Bravo