He roto las ataduras
que a tu amor me sujetaban,
no soporta compromisos
quien quiere gozar de calma.
Se terminó el escucharte,
no me bastan tus palabras;
todas las noches lo mismo,
muy a menudo hasta el alba.
Amigos dices que somos…
¡Como si fueras mi hermana!
¿No comprendes que eso sólo
al corazón no le sacia?
Porque te quiero de veras
como mujer y mis ansias
no se aquietan con sonrisas
ni con besos a distancia.
No insistiré en mis deseos.
¿Agobiarte? ¡Para nada!
A veces al Santo Job
la paciencia se le acaba.
Y como no llego a tanto,
que ser Santo no me cuadra,
he decidido olvidarte.
¡Adiós y felices Pascuas!
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.
Si rompió las ataduras...
es por culpa de la cuerda
apolillada en el tiempo,
aunque las creyó duras.
Excelente poema... dice mucho
y permite imaginar.
Un abrazo.
Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !
Pues no imagine tanto, querida amiga, que los lazos eran recientísimos. Tanto que, realmente, no existían.
Muchas gracias por su amable comentario y por su tiempo.
Muchísimos besos.
Francisco
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.