sin excusa y sin motivo;
mas si esos versos no escribo
es que reviento, mujer.
Enorme es mi padecer
aunque parezca mentira
o es que mi mente delira.
Sueños son de viejo loco,
pero no es causa tampoco
para inundarme tal ira.
Será que me encuentro enfermo
o que mi mente se aburre…
Ignoro lo que me ocurre,
pero el caso es que mal duermo.
Está mi cerebro yermo
pensando en ti noche y día.
¡Maldita la Fantasía
que en ese aprieto me mete!
A su antojo me somete
y es una cruel agonía.
Mas cometido está el mal,
no espero que me perdones;
no atenderás a razones,
así que llegó el final.
Una vez roto el cristal
es complicado arreglarlo.
Ya no sirve ni pegarlo,
pues siempre faltará un trozo.
¿La causa de mi sollozo?
¡Siquiera querrás hablarlo!
Perdón quisiera pedirte,
pero no me das opciones.
No tengo, además, razones.
Así que ya puedes irte.
Mas déjame despedirte
como sin duda mereces:
Elevaré a Dios mis preces
para que seas feliz.
Enorme fue mi desliz,
te ruego que por mí reces.