Ana ha nacido esta tarde,
una más en la familia.
Se ve que no fue tan mala
en realidad mi semilla.
Iré mañana a besarte.
A contemplarte, mi niña,
a acariciarte la cara
y a mirarme en tus pupilas.
¿Las tendrás también azules
como tu padre y tu tía?
¿O negras como tu hermana,
mi princesa? ¿O más bonitas?
Estoy contando las horas
mientras tú duermes tranquila.
Cuatro nietos en el mundo…
¡No he malgastado mi vida!
Porque si bien tuve fallos,
y muchos, todos se olvidan
al haber – con mis amores –
hecho posible que existan.
Descansa, pequeña, duerme,
igual que duerme tu prima.
Ana y Jimena, preciosas,
¡a Dios pido que os bendiga!
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.
¡Hola don francisco!...
qué belleza de romance,
y qué orgulloso se le lee
los nietos, son los nietos,
a ellos uno se dedica más
que lo pudo hacer con los hijos.
Porque el trabajo no nos dejaba
tiempo suficiente para dedicarles.
¡¡Felicidades por ésta nueva nieta!!
Un abrazo.
Antonia.
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !
Lamento no estar de acuerdo con usted, estimada Antonia. Yo, al menos, dediqué mucho más tiempo a mis hijos que el que podré dedicarles a mis nietos aunque no sea más que por la convivencia. Pese al trabajo y a todo. Seguramente, después, en su adolescencia sí me ocupé menos de lo que debiera de ellos. Pero, aparte de por mis circunstancias personales, también está claro que los jóvenes buscan vivir su propia vida.
En los nietos lo que me siento es perpetuado, pero desde luego que no intervendré en su existencia tanto como desearía. Para eso estarán sus padres y vuelta a rodar la noria.
Me alegra que le haya gustado el romance dedicado a mi nueva nieta. Se lo agradezco mucho y le envío muchos besos, amiga.
Con todo mi afecto,
Francisco
La gloria es del que la busca; la suerte de quien la encuentra.