
GOLPEADOR
Sí señor juez, le confieso que lo soy,
le confieso que soy un golpeador,
pues golpeo las puertas de su corazón
para ver si ella me las abre con amor,
cuando a su alma me acerco yo.
Si, su señoría, se lo confieso hoy,
y a ti, cariño, delante del tribunal,
que golpeo las fibras de tu compasión
suplicándote mucho cariño y amor,
como un bebé que requiere tu atención.
Sí, mi amor, soy un golpeador,
porque de buenas nuevas soy predicador,
y voy golpeando las puertas de las casas
predicando la palabra del Señor,
para que el mundo tenga más fe en Dios.
Sí, lo confieso, soy un golpeador,
del timbal, del bombo y del tambor.
El boxeo no me gusta y la sangre me asusta.
Prefiero el ritmo y la buena música
que me hace vibrar con percusión.
Y ahora que este tribunal dicta mi sentencia
también golpearé con versos las conciencias
y con poesía ecologista llamaré la atención,
para ver si revierto la actual tendencia
que impele al hombre a la autodestrucción.
Sabes que jamás he actuado con violencia.
¿Golpear tu cuerpo? ¡No! Sería un horror.
Aunque de éstos otros golpes aquí haga confesión.
El único golpe duro que sentirás de mí, amor,
será cuando me tengas que enterrar en un cajón.

Copyright skyeyes 2008. 04-04-2008
©Derechos de autor reservados por Rubén Sada.
