esta nublado el día, algo frío,
cuando la mente se atrofia
se azotan los pensamientos y vagan,
¿será posible evadirlo?
miro al pez más grande, rojizo,
de suaves ojos miran sin destino;
ríe callado, no tiene voz, pero llora,
se desinfla una burbuja y se llena de agua,
mientras el reloj gira y gira,
nace otra burbuja,
es otro pez que canta un angelus
y sus notas son campanarios de iglesia
que flotan igual que la burbuja de agua;
me aparece una idea, mis problemas azules o verdes,
llenos de sueños, irrealizables parece,
es tan difícil volar o nadar adentro de una nube
y cerrar los ojos mirando la claridad del despertar,
no deseo despertar, ¿para qué sentir que estoy vivo?
miro al pez que me mira ahora que duermo con ojos abiertos,
se ríe, mueve la cola, hipérbole, una danza,
y me convierto en pez enorme,
es tan mojada el agua, tan húmeda, fría,
duelen los ojos adentro de ella,
y mi voz parece un iglú prefabricado.
Que hermoso es soñar y soñar
despierto o dormido, vale igual, se viaja,
convertirse en pez con Anaximandro
y volver al pasado, a la Grecia antigua,
todos los pececillos me miran asustados,
soy un pez, un floio, con piernas y brazos, sin agallas,
metamorfosis kafkiana, iluso pensamiento
se borda alfombra roja
mi mente descansa,
de los placeres terrenales
problemas convertidos en agua, flotan,
fueron segundos, el sueño, solo segundos,
y me parecieron diez lustros.