SUEÑOS DE UN SEDUCTOR

[Orlando Santana Cabrera]

(A...)
(Tomaré café en su cocina)

Pretendo ayudar a una mujer
a que la lluvia no le inunde su casa
entrando por los resquicios de la puerta,
mas ella no quiere: vive sola y teme
al extraño que soy y que de repente aparece,
y hace bien, porque desconoce si hay
una segunda y oscura intención detrás de la primera.

Es hermosa, con grave acento extranjero,
la ensopada camisa ciñe sus turgentes pechos
y los tiesos pezones como cerezas sin madurar.
Entonces me despido y sigo mi camino
agarrándome a las aristas del viento que me balancea,
pero que no me tumba, aunque logra
desenredar mi bufanda llevándosela hacia el mar.

Es mejor ir bajo la lluvia que bajo las goteras,
así que cierro mi paraguas de mil agujeros
mientras mis zapatos bostezan ante tantos tropezones.
La gente corre bajo el cielo que se desploma,
sortea los charcos y ríe porque va bien abrigada:
mañana será otra gente la que lleve esos mismos abrigos.

Mañana hará un sol espléndido, volveré a esta calle.
Veré a la hermosa mujer con grave acento extranjero
luciendo un vestido nuevo, quitando el lodo de su puerta.
Acaso me deje ayudarla, porque ya no seré un extraño
para ella. Entonces tomaré café en su cocina
mirándola fijamente a los ojos, que son profundos y bellos.
¿Quién sabe? ¡Acaso me pedirá que me quede, si vuelve a llover!

[Antonia Pérez Garcí­a]

¡Hola Orlando!.. muy bueno, la picardia siempre a flor de piel.
Un saludo de Antonia.

[Orlando Santana Cabrera]

¡Hola Orlando!.. muy bueno, la picardia siempre a flor de piel.
Un saludo de Antonia.

Ah, querida Antonia, es sólo una picardía llena de amabilidades, yo sólo pretendo el acercamiento, oir su grave voz, oler su café, mirarla a los ojos profundos como lagos, ver cómo se desenvuelve por su cocina mientras escucho la lluvia sobre las cristaleras.... Acaso sea demasiado hermoso para ser realidad. Gracias por asomarte a mi ventana. Un beso. Orlando.