Amaranto.
Dejar las penas quietas, en penumbra,
descansando el dolor y las tormentas,
olvidar para siempre las afrentas,
llenarse el corazón de luz que alumbra.
El paraíso es el eco de tus risas
dulcemente el océano de sangre
aviva el corazón sin sentir hambre,
hambre de besos, mimos, y caricias.
Esperanzado brindis a la vida,
amar intenso, con lluvia, sin llanto,
cicatriza volátil esta herida.
En abrazo esperar la amanecida
con dulcísimo aroma de amaranto
que esfuma sutilmente el desencanto.
Madrid, noviembre, año 2010.
Isabel Morión.